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Francisco Pomares

La aprobación de la Ley de la Radiotelevisión Pública y el compromiso de sustituir al actual director general del Ente -el archidenunciado Willy García- fueron dos de los compromisos electorales del PSOE canario, cuyo cumplimiento fue retrasado hasta el mismo alero de la legislatura por un un mal entendido sometimiento al pacto de Gobierno con Rivero, a pesar de que la tele no formó nunca parte de los acuerdos suscritos con Coalición. Ahora, con la legislatura difunta y lista para ser enterrada, una cuestión de orden menor -la decisión de Soria de colocar a su acólito Juan Santana en el Consejo Rector de la tele- ha colocado al PSOE en posición de disparo sobre su propio pie. Después de su patética intervención ante la Comisión parlamentaria de control de la tele, Santana -entregado escudero mediático del ministro Soria- no fue votado por los socialistas, que sí dieron su apoyo a la otra candidata propuesta por el PP, la periodista Bravo de Laguna. Pero -aún sin los votos ni del PSOE ni de Nueva Canarias-, Juan Santana obtuvo por los pelos el plácet para entrar en el Consejo. Es bastante discutible que reúna las condiciones establecidas en la ley, pero es obvio que la Comisión encargada de juzgarle ha entendido que sí las tiene.

La reacción del PSOE negándose a votar el Consejo si no se retiraba el nombre de Santana de la candidatura, y la inopinada retirada del ex director de la Televisión Canaria –Paco Moreno- de la plancha al Consejo, después de haberse sometido a la idoneidad parlamentaria, demuestran que la incapacidad para atar a los propios y la ausencia de análisis están llevando al PSOE camino de la más absoluta irrelevancia. La renuncia de Moreno, más allá de una espantada a destiempo, supone la imposibilidad de votar hoy el Consejo. Es poco probable que Soria retire a su monaguillo de la plancha, y menos aún que el PSOE consiga un sustituto de Moreno que pueda recibir el aval parlamentario antes de acabe la legislatura.

Willy y su jefe Rivero deben estar carcajeándose en alguna esquina por este premio de consolación. No son los únicos: sea por la incapacidad del PSOE para medir sus tiempos y a su gente, sea por una alegre provocación del ministro para demostrar que hace lo que quiere, o sea por alguna de las evidentes presiones de estos días para lograr mantener a Willy firmando papeles unos pocos meses más, la política canaria vuelve a demostrar su incapacidad para labrar consensos.

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