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Botarates y mequetrefes

Cristóbal D. Peñate

Los que defienden el torneo medieval y antediluviano del toro de la Vega son tan cortos de mente que solo lo justifican por la tradición. Igual que los descerebrados que defienden la tauromaquia como supuesta fiesta nacional. ¿Nacional de qué nación: de España, de Cataluña, de Canarias?

Ayer volvió la rancia tradición a matar a un toro, alanceado sin piedad y con crueldad, mientras unos tradicionalistas botarates lanzaban vítores a favor del sufrimiento del animal. Estos paletos inconscientes justifican el sangriento y tortuoso (también torturante) final del toro en que el animal ya ha vivido opíparamente a todo lujo durante su corta existencia y por eso ya es hora de que muera desangrado por las heridas letales de las lanzas que le brindan los parroquianos durante su último día de vida.

Los que defienden esta tortura animal son los mismos que apoyan las peleas de perros y las riñas de gallos, que se despedazan hasta la muerte para solaz de unos mentecatos que juegan con sus vidas apostando la victoria por unos de ellos.

La gente se divide entre animalistas y bestias. Los primeros son los que defienden la integridad de los animales como seres vivos que sufren el maltrato físico y los segundos no son esos animales que defienden los primeros sino las personas que los torturan y además sienten placer en ello.

Tan bestial es el alanceamiento del toro de la Vega como la colocación de bolas de fuego en los cuernos de los bóvidos que se practica en algunos pueblos de Cataluña. En eso son iguales de fieros un nacionalismo como otro, da igual que sea españolista o catalanista.

En Canarias hace tiempo que suprimimos por ley las corridas de toro, pero sin embargo seguimos permitiendo bajo cuerda las peleas de perros y las riñas de gallos por mor de una mal entendida tradición.

Un pueblo que no evoluciona es un fracaso cívico. Si se pusieran en lugar del toro seguro que cambiaban de opinión, aunque fatalmente sería demasiado tarde porque antes caerían fulminados por la lanza. Dicen que al toro no le duele, pero ellos no lo saben ( no lo quieren saber), aunque todos lo intuimos.

Somos un país de bestias donde caben los toros, esos bellísimos animales, pero no la tauromaquia y las barbaridades que se hacen impunemente por parte de tantos energúmenos amparados por políticos mequetrefes.

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