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El agua potable del planeta

Teo Mesa

Una de las graves consecuencias, que colateralmente lleva aparejado el calentamiento climático del planeta, es la carencia de la vital agua potable para el ser humano y toda la biodiversidad de seres que poblamos nuestro mundo. Desdichadamente, esta escasez ya se está produciendo.

Todo ello es debido al aumento de temperaturas, que es la secuela que ha dejado el alterado clima y el efecto invernadero, que paulatinamente va in crescendo sobre la Tierra, por el dióxido de carbono C02. Especialmente en determinadas zonas de los continentes. Y concretamente, en la sufrida geografía africana, por ser más susceptibles a estas circunstancias meteorológicas.

Y con este fenómeno, generado por la loquinaria industria al servicio del hombre, sin orden alguno ni un desarrollo sostenible, equilibrado e imprescindible, de respeto y cuidado con el Medio Ambiente, se producen extremadas sequías y otros siniestros climáticos que ya nos estamos habituando a soportar: lluvias torrenciales, copiosas nevadas, gotas frías, ciclones, tifones. Todo un ‘halagador’ panorama de ruinas climáticas.

La ONU, por su organismo especialmente creado para este fenómeno adverso: el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), señala que las carencias de agua potable en zonas limítrofes entre países, se resolverá por acciones bélicas, por un acaparamiento avaro sobre la propiedad acuífera. El director del mismo, Rajendra Pachauri, razona: “Desafortunadamente, el mundo no ha despertado realmente a la realidad a la que nos vamos a enfrentar en términos de crisis en lo que respecta al agua”.

Y ya se están produciendo. En 2006, los enfrentamientos armados entre Israel y Libano tuvieron como principal excusa el dominio de las aguas potables lindantes entre sus fronteras. En India, desde hace años, se enfrenta y enemista con Bangladesh y Pakistán, quienes se disputan asimismo, las aguas de la región fronteriza.

No es necesario aclarar, que sin el líquido elemento no es posible la existencia. Imprescindible en nuestras vidas. Lo es además, para los riegos campesinos de cultivos agrícolas, que producen los vegetales para nuestra alimentación. Este recurso será en un próximo devenir, el elemento por el que se disputen los pueblos las forzosas aguas potables para subsistir. Interesará, mucho más este H2O, que las tenencias de capitales acumuladas en oro, en las arcas estatales de todos los países.

Extrañamente en la ciudad de Sao Paulo, en la cuasi selvática Brasil, han tenido ausencias de lluvias desde hace más de tres años. Los pluviómetros no registran una gota de aguacero desde ese tiempo. Las restricciones acuíferas del abasto urbano han hecho su inesperada aparición sobre esta súper populosa ciudad de 20 millones de habitantes.

Esta es otra de las consecuencias directas de la salvaje deforestación de la selva Amazonía —pulmón del mundo, por su regeneración de oxígeno—. Irracionalmente han depredado en total de kilómetros cuadrados, tan exagerada dimensión, que es igual a la superficie del territorio de la península Ibérica.

Los incomprensibles objetivos son: la extracción de maderas nobles, minerales (petróleos, gases, etc.) y el cultivo de cereales transgénicos y de biocombustibles. Y bárbaramente han arruinado el hábitat de los pueblos indígenas y su cultura primitiva, existentes en el interior de la misma selva, quienes la respetan y conviven en lozanía con ese Medio Ambiente.

La crisis hídrica de Brasil, en los últimos 85 años, también alcanza a Río de Janeiro, y la toda industria de la zona que necesita del agua. Que a su vez tienen sus ríos y lagos contaminados para uso nutritivo. Todo este genocidio ecológico ha tenido la extraña y extravagante connivencia de las torpes autoridades de cada uno de los países que poseen parte de la Amazonia, integradas en su territorio nacional. No cabe duda, que los mandamases eventuales de turno estarán pringados con los devastadores caciques.

Los poderes fácticos del capitalismo mundial no ven mayores peligros ecológicos, que el color de que sus cuentas corrientes no se aproximen al rojo. Lo demás les importa un carajo.

Para los gobernantes de los organismos políticos, todo esto de la protección y equilibrios con el Medio Ambiente, les parece un argumento de lunáticos románticos. Pero peor aún, son ellos los marionetados peleles de esos mandatarios financieros mundiales, quienes se comportan como perros falderos a la voz de su amo, de estos depredadores feudales.

Mientras no existan políticos comprometidos y conscientes con la Naturaleza, y que todos los ciudadanos se lo demandemos inexorablemente, con su apartamiento de los gobiernos, con nuestros votos y críticas a su labor, seguiremos con este agonizante genocidio programado por capítulos por entregas temporales.

Todos los seres vivos tenemos el derecho a vivir nuestro efímero tiempo sobre la faz de este planeta azul, de forma lozana y de goce con la Naturaleza que nos parió.

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