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170 aniversario del nacimiento del genio literario, Galdós

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Hoy, 10 de mayo, se cumple los 170 años de la natalidad de D. Benito Pérez Galdós. El canario más afamado universalmente de todos los tiempos (honor que comparte con muy pocos intelectuales del resto del país). También hoy, nos congratulamos de que haya despertado a la vida en el barrio de Triana, en la calle Cano, 2, otrora, casi orillando el océano que envuelve la isla ?y nuestras siete rocas canarias?, en los abisales del Atlántico. Y sería este mismo océano Atlántico, el que le arrulló con el armonioso sonido de las olas, batiendo a escasos cien metros de su cuna, allá por los años 1843 y posteriores.

De ahí, el invariable y estimado apego al mar del ilustre literato, con el que desde niño tuvo su peculiar flirteo. Fue sabedor de todos los términos y aparejos náuticos; pintor y dibujante de las orillas marinas, del horizonte y de los barcos veleros y de vapores. Como bien queda de manifiesto en su excelente obra Trafalgar, en el que maneja con todo dispendio los vocablos y expresiones del argot marinos ?conocimiento del que se jactaba?. El Atlántico, que circunda de salino líquido su terruño natal; y el Cantábrico, después, cuando se construyó una pequeña mansión en las orillas de la playa La Magdalena, en Santander, donde pasaba los frescos veranos cántabros, huyendo de la canícula madrileña.

En Galdós brotó desde muy joven su inclinación por la lectura, y su vocación por la escritura y la invención literaria. Por ello, atesoró una vasta cultura, que a la postre sería el germen imprescindible que diera enriquecimiento y fundamento a sus fabulaciones intelectuales, en fondo y forma en la retórica. Si bien ésta, tantas veces, inspiradas en la realidad vivida de su época. Leyó a Balzac, Víctor Hugo, Dostoievski, Dickens, etc. Escritores, que fueron sus mentores intelectuales y a los cuales, los críticos le parangonan. Leer actualmente a Galdós, a pesar de haber transcurrido cien o más años de haber sido escritas sus obras, parece que no ha pasado el tiempo: en modernidad, temática, argumentos y estilo personal.

La extensa obra literaria de Galdós, tiene su basamento matérico en las tendencias del naturalismo o realismo francés, como fórmulas literarias de la contemporaneidad, teniendo a Balzac, como preboste en sus maneras temáticas, en la temática y los discursos ?a quien leyó sus novelas con la fidelidad de catecúmeno?. Pero don Benito, en cuanto a esos elementos literarios al uso, impregna a sus obras su talento, talante y singular sentir, y un trasfondo social idiosincrásico hispano, de tipo distinto al del movimiento naturalista europeo. La realidad socio-política-religiosa, fueron las temáticas que fundamentaron en las novelas y teatros, de este incesante trabajador de la creación literaria. Plasmó en sus obras la realidad de su tiempo, las penurias, los caciquismos y la sinrazón de los fanatismos de los privilegiados conservadores y religiosos. Asuntos estos que conoció y denunció, hechos y acontecimientos sociales por él vividos, en la España de todos los rangos sociales. Y transcritos a sus novelas y dramas teatrales, mediante la realidad imaginada, sin ambages, de este genio nato. Ese fue el contexto social que aceptó para sus tramas reinventadas.

Versado y afligido por los problemas sociales que embargaba a buena parte de la sociedad de su tiempo, sobre todo, a la más infortunada y oprimida. De esta desolación sufrida por él, hizo su razón, compromiso, justicia y humanidad. Galdós recorrió todos los lares de la geografía española, buscando sus temas y conociéndolos de primera mano, in situ, en sus ambientes y modos de vivir y antropologías, como la España profunda o la más popular de las ciudades y aldeas. Poco le importó los honores y oropeles que le pudieran brindar la alta sociedad y los poderes establecidos, habiendo callando y omitido la penosa e injusta sociedad sometida por parte de las intolerables e impositoras clases privilegiadas, con sus habituales prácticas moralinas. Esa fue, la mayor consecuencia para que a Galdós se le negara el premio Nobel, bajo las confabulaciones y presiones en su contra, a los organizadores del prestigioso galardón, por parte de la monarquía, conservadores y la iglesia.

Considerado el mejor novelista del s. XIX. La novela de Galdós no fue trivial en sus temas. Todas ellas se correspondían con los asuntos sociales enunciados, a los que les aportaba su peculiar cualidad descriptiva, y la rica aportación en sus múltiples personajes novelescos (fue el segundo creador de protagonistas, después de Lope de Vega). La realista-ficción, teniendo como fundamento los asuntos históricos, fue otra de sus grandes contribuciones, considerándosele como el páter y precursor de la novela contemporánea. La primera novela, con carácter histórico, La Fontana de Oro, en 1868 (editada por él, con la ayuda de su cuñada Caridad de Ciria), tuvo los elogios críticos de Núñez de Arce, Ochoa y Galiana. Sorprendido por los laureles de dicha novela primeriza, declara: “Yo creo que si he tenido el favor del público, no es por el mérito de lo que escribo, sino porque al hacer novelas he levantado la bandera de la realidad, enfrente de un realismo estragado y lleno de afeites”. Su obra cumbre son los Episodios Nacionales, ilustrando con sus propios dibujos los primeros volúmenes de la extensa serie de treinta y seis títulos. Muy célebres fueron sus novelas: Doña Perfecta (que se dice, de sus preferidas y fiel reflejo de su madre), Fortunata y Jacinta, Tristana, Tormento, La de Bringas, etc. etc.

El teatro fue otra de las vocaciones literarias de Pérez Galdós, en cuyas tablas cosechó brillantes éxitos. Aunque fue novelista de facto, toda su vida y las versiones literarias propias, estuvieron ligadas a la escena. El precedente lo tuvo entre los juveniles años de 1862-67. Tiempo, en los que su afición por las tablas y los atrezos, gozaron de un preclaro acercamiento a la dramaturgia. Por esta razón escribió varias obras teatrales, que fueron estrenadas. De las más significadas: El Abuelo, Fortunata y Jacinta, Mariucha, Realidad, Amor y ciencia, Casandra, La razón de la sinrazón, La loca de la casa, Antón Caballero, etc. Muchas de ellas se escribieron, en principio como novelas, que fueron adaptadas por los hermanos Serafín y Joaquín Quintero (entrañables amigos y colaboradores del Maestro). Y la que alcanzaría un clamoroso éxito sería Electra (denuncia contra los dictados de la iglesia y las órdenes religiosas sometidas), en todas las capitales donde se representó, especialmente en Madrid, donde salió a hombres hasta su casa. Debido a ese triunfo teatral en 1901, ?y por los prestigios de las precedentes obras literarias?, el Ayuntamiento de Las Palmas de G. C., cambió el nombre del primer coliseo, Tirso de Molina, por el de Teatro Pérez Galdós.

El articulismo periodístico fue una faceta, también literaria e informativa, que cultivó durante toda su vida. Que además, fue otra manera de sustento vivencial. Éste se manifestó en su sensible don natalicio escritural, desde su adolescencia, en el ecuador del s. XIX. Los primeros textos de prensa fueron publicados en el Ómnibus, de la capital grancanaria. La lectura de estos artículos, escritos por un joven de diecisiete años, por su calidad, redacción y magia creadora, dejan en pasmo y admiración a los lectores. Provenían del gestante aún, del hombre genio de la literatura, que sería en futuros años. El pretexto de aquellos artículos tuvo como epígrafe: Mi criado Bartolo y Yo, (sarcástica conversación banal y de trasfondo). Estando ya en Madrid, para estudiar la carrera de Derecho (por imposición paternal, que por su claro destino, abandonó), fue corresponsal de dicho periódico canario. Afincado definitivamente en la villa y corte, colabora en varios medios de prensa, entre otros: La Época, La Nación, El Debate, La Guirnalda, del que fuera director en 1871-72, etc.

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