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Los balones del mundial

Juan Jesús Bermúdez / Juan Jesús Bermúdez

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Un trabajo realizado con jornadas de doce y trece horas, pagadas a razón de 30 céntimos de euro el balón, varias decenas de veces inferior a su precio de venta, para que serán pateados por fichajes multimillonarios que, probablemente, ganen más en 90 minutos que la práctica totalidad de estas trabajadoras del textil en la sombra.

Es este un botón de muestra de las desigualdades en las condiciones sociolaborales internacionales, que vienen a recordarnos cuán lejos nos encontramos aún de la generalización imprescindible de las condiciones de trabajo a nivel internacional, como requisito imprescindible para la mejora del futuro de los ciudadanos/as.

Según denuncia el informe, el duro trabajo de confección del balón llega al extremo de la crueldad en algunas fábricas, donde en algunos casos se trabaja hasta 21 horas al día, sin descanso; o con falta de aseos, o amenazas constantes a las trabajadoras por quedarse embarazadas. También abunda la ausencia de medidas de prevención del riesgo químico, así como el incumplimiento sistemático de la legislación laboral interna del país.

La alianza de ONGs ha solicitado a la FIFA una acción contundente ante estos denigrantes hechos, que no pueden más que causar vergüenza ajena. En este sentido, se ha solicitado el cumplimiento de unos estándares internacionales de seguridad y salud, así como la determinación de la lucha contra el trabajo infantil, lamentablemente presente aún en nuestros hogares a través de productos con una oscura historia de explotación laboral a sus espaldas.

Pero la historia de los balones va más allá. La globalización ha determinado la abundancia de “bajos costes” en los productos que consumimos, lo que ha provocado la continua deslocalización industrial, generando desempleo aquí y condiciones laborales que consideramos cuasiesclavistas allá. La decisión empresarial, así como la frialdad de los intercambios comerciales, es mucho más veloz que la capacidad de los trabajadores/as de esas diferentes latitudes de organizarse para un propósito común: que la explotación de uno no sea la excusa para el despido de otros.

La homogeneización de las condiciones sociolaborales en el Mundo parece una tarea aún utópica, porque no está en la agenda de los grandes grupos de decisión poner en sus prioridades acabar con la explotación laboral, escondidos como están esos objetivos en los máximos de búsqueda de la productividad y la sacrosanta competitividad internacional.

Los receptores de esos productos, sin embargo, no debemos permanecer impasibles ante estas evidencias. www.ropalimpia.org, como otras acciones similares en tantos otros sectores de empleo y actividad económica, nos invitan a la acción ciudadana en la mejora de las condiciones sociales y laborales que otros, paradojas de la vida, querrían también ver generalizarse por aquí.

Juan Jesús Bermúdez

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