La próxima cumbre sobre el cambio climático en París

El próximo mes de diciembre de este año de 2015, se celebrará en la ciudad parisina una nueva cumbre sobre el cambio climático, que padecemos de forma irreversible. Ante esta reunión velan sus armas de la hipocresía todas las grandes potencias industriales, culpables de las emanaciones de gases venenosos de CO2 a la atmósfera. Francia y EE UU, ya se han postulado en su farsa, al menos, de cara a la galería del postureo, en tomar ‘seria responsabilidad’ ante este gravísimo problema que afecta a la todas las especies vivas del planeta. Será un brindis al sol, simplemente, al finalizar la cumbre. Y estaremos abocados hacia el ecocidio.

El anfitrión del evento, el presidente de Francia, que en su intento para no hacer fracasar esta convención internacional en su propia casa, una vez más, ha logrado ya el compromiso de más de cincuenta países (de los 196 que conforman el pacto) para disminuir las emanaciones y las consecuencias del cambio climático.

EE UU, el segundo país del mundo en mayor contaminación atmosférica, también se pronunciado por la opinión de su presidente, en reducir los gases a un 32%. Tarea utópica e improbable porque en su país tiene una fuerte contestación por los extremistas radicales republicanos y por las industrias del carbón, que solo piensan en sus cuentas corrientes y en el capitalismo salvaje. Creen que las anomalías climáticas producidas por el dióxido de carbono, no afectan a sus vidas y lo solventarán con su dinero.

El protocolo de Kioto, en Japón, acordó un compromiso global en 1997 de reducir la emisión de gases de efecto invernadero hasta 2012, en un principio. La conclusión ha sido: que lo han defenestrado, y para colmo de males, han aumentado los perniciosos gases de CO2, generadores del cambio climático y sus graves consecuencias. Los primeros países de emisiones de gases son: China, 10.000 ppm (partes por millón); EEUU, 5.233 (ambos se negaron a firmar el convenio de Kioto); India, 2. 407; Rusia, 1,812; Japón, 1.246; Alemania, 759; etc. Y España, en el puesto 25, con 240 ppm.

La loquinaria actividad industrial y sus desarrollos anárquicos sin orden establecido ni equilibrios sostenibles con el medio ambiente de todo el planeta, unido a la creciente deforestación por talas indiscriminadas y libertarias, han forjado la destrucción del 46% de la vida arbórea del mundo, que tan importarte es para la atracción de lluvias. Cada año destruimos 15.000 millones de árboles en el universo que nos da vida y protección. El hombre sigue siendo el mayor depredador de su hábitat e imprescindible medio ambiente para su vida.

Esta es una forma de extinción masiva de la vida sobre la Tierra con todas sus especies, cuyo único artífice es el hombre con sus insanas emisiones de CO2. Los científicos afirman que se han puesto en escena la sexta gran extinción de las especias vivas. La primera que estaría causada por el hombre, y a su vez, la primera que afecta al ser humano. Pero seguimos sumidos en este error de no concienciarnos del peligro eminente, y de apegos al patológico consumo, como gran causante de generar productos industriales para comprar y tirar.

Los gases de efectos invernaderos van devorando la calidad del aire y todo el medio ambiente, tan imprescindible para toda la biodiversidad que pervive en el planeta. Ante este grave problema los expertos del IPPC de la ONU, advierten: “El destino de la humanidad depende de la diversidad biológica, de la riqueza y variedad de los seres vivos del planeta. Es esencial para el desarrollo sostenible y para el bienestar de los humanos y clave para reducir la pobreza”.

La existencia de la biodiversidad en toda la Tierra, depende altamente, de las emisiones de CO2 que se viertan a la naturaleza. En todos los países del mundo, por las superadas emanaciones de gases mortíferos y las altas temperaturas que crean, y que producen el cambio climático, han hecho que vayan muriendo gran parte de los seres vivos que habitan en sus respectivos ecosistemas.

El Papa Francisco, también se sumó a este llamamiento en este prioritario asunto vivencial que a todos nos atañe, en sus encíclicas de compromiso social y católico: “Creo que el hombre ha ido demasiado lejos”, dijo. Pide una honesta y razonada responsabilidad a todos los dirigentes políticos para que asuman seriamente esta obligación de existencia saludable, para reducir los gases de las industrias y coches.

Es evidente que el cambio climático es muy perjudicial para nuestra salud. Los cuatro elementos básicos para la vida de todos los seres vivos son: alimentos, agua potable, aire puro y limpio y un refugio para las adversidades climáticas. Así lo indican en un informe los más de doscientos científicos del Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC) que depende de la ONU.

El hombre, su torpeza y su insaciable codicia, es el autor y principal responsable de esta muerte anunciada de vida sobre la Tierra. Y espera que en la cumbre del clima de París tomen todas las naciones una drástica decisión para proteger el medio ambiente, y con ello, el derecho a la vida de toda la biodiversidad del planeta. Que no sea otro sainete representativo de la ineficacia, el engaño y de la ficción de compromisos que no cumplirán. La sinrazón prevalece.