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El catastrofismo interminable:un argumento marianista con secuelas provincianas

Eustaquio Villalba

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En la larguísima campaña electoral que estamos sufriendo los españoles, se sigue utilizando por muchos líderes políticos, tertulianos y periodistas, la vieja fórmula de atribuir unos hechos -no probados y por supuesto negativos- a los oponentes y montando sobre ello sus descalificaciones, nunca argumentos, porque eso es algo que no necesitan estos personajes incluir en sus discursos, les basta con su autoridad intelectual. En un reciente artículo el columnista de La Opinión, el señor González Jerez, arremetía contra las organizaciones sociales que se reúnen para simular que debaten la nueva ley del Suelo como excusa para mostrar su rechazo (esto si reconoce que lo hacemos sinceramente) al proyecto del Gobierno. Como es obvio, eso es mentira a no ser que haya asistido a todas las reuniones y puedo asegurar que no ha asistido a ninguna de las de ATAN. Da por supuesto que la mayoría de las críticas a la ley solo es“una sabrosa morcilla que permite incluir acusaciones y demonizaciones casi a la carta entre tropezones de odio a la casta.” No aporta ningún dato que justifiquen estas descalificaciones a los que no comparten su opinión y, por supuesto, no cita los análisis publicados contrarios a la ley y que están apoyados en argumento jurídicos, administrativos, económicos y medio ambientales, y no en “apocalipticas” denuncias.

“A lo largo del último cuarto de siglo he escuchado, precisamente, la denuncia de los últimos días de los ecosistemas canarios una y otra vez.” Esta es frase ininteligible, porque no se entiende que quiere decir con la denuncia de los ecosistemas canarios y, a pesar de que lo lleva escuchando un cuarto de siglo, todavía ni sabe explicarlo ni sabe lo que significa científicamente el término ecosistema. Atribuye a los que denunciamos el caos administrativo existente en la gestión del territorio, cuando la verdad es que ese caos lo han creado los que ahora gobiernan hace ya casi un cuarto de siglo. Califica, de manera muy erudita, de sabios e integérrimos profesionales, a los funcionarios que le decían que la Cotmac no servía para nada y que tampoco evitaba la corrupción y que ahora se lamentan de que les limiten sus funciones. Pero la razón del mal funcionamiento de la Cotmac no lo tienen los funcionarios, son los gestores de las administraciones los responsables de cumplir y hacer cumplir las leyes. El problema es que quienes han aprobado estas leyes y aplicado las normativas, hicieron de la arbitrariedad y del incumplimiento de la legalidad, una forma de gobernar las instituciones públicas. Es verdad que tener un cuarto de aperos puede traer problemas al pequeño agricultor, pero no los hubo para los empresarios delincuentes de las canteras de Güímar. ¿Cómo es posible que durante bastante más de un cuarto de siglo se permitiera este flagrante incumplimiento de la legalidad y, por el contrario, los que denunciamos, hace más de un cuarto de siglo, fuimos tachados de ser los del no a todo, de oponernos al crecimiento, a la modernización y la inversión en la construcción turística o en la promoción de viviendas? No se creó la Cotmac con el objetivo de combatir la corrupción, se hizo para controlar que el planeamiento se ajustaba a la legalidad. La corrupción política está en hacer la vista gorda ante los incumplimientos de las leyes, en retorcerlas para convertir una restauración paisajística y geomorfológica en una cantera, en gastarse el dinero del contribuyente en destruir Tindaya, en privatizar el servicio de abastecimiento de aguas sin que hubiera necesidad de ello, en no impedir la invasión de especies exóticas, en los pelotazos urbanísticos como los de la Ciudad Juvenil o el de Las Teresitas... esos son hechos, no es catastrofismo.

Se empeña en decir el articulista en que lo opositores a la ley tenemos que seguir construyendo un infierno prácticamente irreparable. (?) Le recomiendo que lea en nuestra página la memoria jurídica y de actividades de ATAN, creo que será suficiente para compruebe que no tenemos nada que ver con el catastrofimo ni nuestra asociación lo ha practicado nunca en su casi medio siglo de existencia. González Jerez descalifica la crítica a la desaparición la Cotmac diciendo que “es absoluta y constatablemente falsa.” Desde la altura de su autoproclamada superioridad intelectual -avalada por su curriculum de periodista integérrimo y de redactor de los comunicados de los cortes de agua de Emmsa- es normal que diga que la mayoría de los que criticamos la Ley somos obtusos. Hay que reconocer que es un maestro de los calificativos. Al fin y al cabo, esta estrella del periodismo local lleva un cuarto de siglo utilizándolos para descalificar al resto de los mortales que no estamos a la altura de sus clarividentes opiniones.

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