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¿Cuál es el grado de conciencia ambiental de los ciudadanos? ¿es sólo preocupación o tomamos parte activa en el problema?

Anastasia Hernández Alemán

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Uno de los factores que contribuye al deterioro medioambiental es sin duda un patrón de consumo insostenible. Este patrón de comportamiento obedece a múltiples factores. Tantos como los que afecta a nuestra conciencia ambiental como ciudadanos. Las diferentes dimensiones que integran este concepto abarcan: la cognitiva (información y conocimiento), la afectiva (creencias, valores, sentimientos de preocupación), la conativa (actitudes) y la activa (comportamientos individuales y colectivos). Estas dimensiones serían la base de una estrategia ambiental basada en el conocido modelo de Chuliá (1995) desde el ámbito de la psicología ambiental. 

Desde la perspectiva económica nos plantearíamos la cuestión en otros términos: ¿cuánto nos cuestan las conductas ciudadanas irresponsables medioambientalmente?; ¿es rentable invertir en prevención?, o por el contrario, ¿es mejor asumir los costes de los daño ambientales cuando ocurra el suceso?. ¿A cuánto asciende el valor de la pérdida de bienestar social por no ser responsables ambientales?. Por desgracia lo que no se paga no se valora. Sencillamente no está expuesto en el mercado para su intercambio. Pero cambiemos el planteamiento, ¿se han planteado alguna vez cuánto estaríamos dispuestos a pagar individual y colectivamente porque nuestros mares estén limpios, no huelan mal o podamos disfrutar del mismo sin los incómodos ruidos de las motos acuáticas y un sinfín de artilugios marinos?. 

El nuevo marco para el desarrollo sostenible con el compromiso de erradicar la pobreza se aprobó por los dirigentes mundiales en 2015 y se recoge en la Agenda 2030. En ella, los ciudadanos tienen un papel esencial en la consecución de los objetivos para el desarrollo sostenible. El desarrollo de estrategias que permitan generar conciencia medioambiental requiere de una buena comprensión de los factores que inciden en el comportamiento de las personas. El objetivo de estas estrategias consiste en propiciar que el comportamiento humano proteja, preserve, o al menos, minimice los impactos negativos en el medio. 

Pero en todo este complejo de propósitos, factores y dimensiones de la conciencia ambiental ¿sabemos en qué punto nos encontramos como sociedad?. Para tratar de responder a esta pregunta aunque los datos queden algo distantes en el tiempo, no sin el anhelo de que se publiquen nuevas operaciones estadísticas que abarquen estos aspectos de la conciencia ambiental del ciudadano, se acude a la base de microdatos de la Encuesta de Hogares y Medio Ambiente publicada por el Instituto Nacional de Estadística en 2008. De ella podemos concluir que somos unos ciudadanos muy 

preocupados por el medio ambiente pero poco activos en su consecución. Tal vez, hoy día la situación haya mejorado y estos datos sólo pertenezcan al pasado. 

Veamos algunos ejemplos, y que el lector juzgue con qué grupo de respuestas se siente más identificado. Al margen de este análisis quedan los lobbies o grupos de presión a efectos de “no sesgar” el análisis. Los protagonistas, en esta ocasión, son los “hogares”. La desagregación regional de los datos no es suficientemente representativa por lo que los resultados para Canarias debe ser tomados con precaución. Por ejemplo, a la pregunta ¿le preocupa la situación del medio ambiente?. El 77% de los españoles en su conjunto, y el 88% de los canarios, responde estar “muy preocupado”. No obstante, el nada desdeñable 22% de los españoles, y el 13% de los canarios, dicen “no estar” preocupados o “estarlo poco”. Lo que sí parece claro es que los canarios estamos más preocupados que el resto del conjunto nacional por el medio ambiente. Pero nos cuestionamos si esta elevada “conciencia ambiental” en términos de “preocupación” (esto es, la dimensión afectiva de la conciencia ambiental) tiene traslación a nuestra conducta o comportamiento (esto es, las dimensiones conativa y activa), o por el contrario, es sólo preocupación. 

A la pregunta de si ¿utiliza alguno de los siguientes productos: productos de usar y tirar (menaje de plástico, pañuelitos de un solo uso, maquinillas de afeitar, etc), papel reciclado, envases retornables y pilas o baterías recargables?. Y he aquí la sorpresa. Más del 57% de los españoles, y más del 51% de los canarios, dice usar “con cierta frecuencia” o “siempre que es posible” productos de usar y tirar. Sólo un 11% del conjunto nacional, y un 17% de los canarios, dice no usar “nunca” este tipo de productos. Similares resultados arrojan las estadísticas con respecto al resto de alternativas, de forma que más de un 66% de los españoles, el 80% de los canarios, dicen no usar nunca papel reciclado. En el caso de los envases retornables los porcentajes son del 72% y del 61% respectivamente. Con respecto al uso de pilas recargables el 49% de los españoles, y el 55% de los canarios, dice no usar “nunca”. 

El criterio más importante a la hora de comprar un nuevo producto (electrodoméstico, producto alimenticio, producto de limpieza, etc) sigue siendo el precio en el 93% del conjunto de españoles, y en el 96% de los canarios frente a otras alternativas como podrían ser el consumo/eficiencia energética, etiqueta ecológica, producto local o la marca. 

Si se le pregunta al ciudadano ¿cuál es el medio de transporte utilizado usualmente?. El 44% de los españoles, y el 64% de los canarios, emplean el transporte privado usualmente frente al 38% del conjunto nacional, y el 6% de los canarios, que lo hacen en bicicleta o a pie. En primer lugar, el motivo más frecuente para no usar el transporte público es en el conjunto nacional porque “no hay servicio allí donde voy” pero en el caso de los canarios el primer motivo más frecuente es “por comodidad”. 

Con respecto a la participación en actividades relacionadas con el medio ambiente, parte activa de la conciencia ambiental, más del 90% tanto en el conjunto nacional como regional no participan en organizaciones para la defensa del medio ambiente, voluntariado ambiental, participación en manifestaciones, denuncia personalmente de un problema ambiental; sólo hay una pequeña diferencia entre los canarios y el resto de los ciudadanos españoles, y es que nos mostramos más activos para “firmar en contra 

de desarrollos urbanísticos o proyectos concretos de cualquier tipo perjudiciales para el medio ambiente“ con el 24% de los canarios frente al 13% del conjunto nacional. 

Y finalmente, ¿qué opinión tenemos con respecto a las medidas de política medioambiental?. Con respecto a la pregunta ¿estaría a favor de las siguientes medidas para la protección del medio ambiente?. Hay una mayoría de ciudadanos tanto a nivel regional como en el conjunto nacional que se muestran a favor de establecer alguna de las siguientes medidas: obligar, bajo multa, a la separación de residuos domésticos; regular o restringir el consumo abusivo de agua de cada vivienda; establecer un impuesto ambiental a los combustibles más contaminantes; instalación de un parque de energía renovable (eólica o solar) en su municipio, a pesar del efecto sobre el paisaje, y por último en este bloque favorable de medidadas, reducir el ruido de las vías principales de circulación (paneles antirruido, pavimento sonorreductor). En el lado opuesto; esto es, aquellas medidas de política ambiental no favorables al ciudadano o que no gustan o que gustan menos, están las siguientes: establecer medidas restrictivas en el uso del transporte privado, establecer un impuesto ecológico al turismo, o bien, pagar más por el uso de energías alternativas. En el caso de las medidas restrictivas en el uso del transporte privado hay discrepancia con respecto a la media nacional de forma que en torno al 51% de los canarios sí están a favor de esta medida pero no así en el conjunto nacional cuyo porcentaje es similar pero en sentido desfavorable. 

Para concluir, cabe plantearse si ¿estamos preparados para lograr el reto previsto en la Agenda 2030?. En opinión de quién suscribe este artículo, será necesario un pacto por el medio ambiente en el que se impliquen todos los agentes sociales. Que el “medio ambiente” deje de ser la “maría”. Dediquemos recursos, esfuerzos, medios para la prevención, para la concienciación, para la educación. Que sea la “protagonista” de las políticas públicas. En definitiva, apostemos por el medio ambiente de forma clara y decisiva. Ello supondrá un mayor bienestar social. 

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