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La nueva cumbre climática mundial en Madrid: otro sainete más

Teo Mesa

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De nuevo se reúnen en Madrid, admitida de urgencias por petición del Gobierno de español, y auspiciada por la ONU (la cual debió haberse efectuado en Chile, cita a la que renunció su Gobierno por los feroces conflictos sociales que se viven en el país andino), para tratar sobre las propuestas y nuevas aportaciones para aminorar las fatales consecuencias del cambio climático a nivel mundial. Esta cumbre se celebrará el próximo mes de diciembre, desde el día 2 al 13, ambos inclusive.

Será un nuevo cónclave con la asistencia de representantes de los casi doscientos países que componen la citada organización mundial, con muchos jefes de Estado presentes. Estarán ausentes los cainitas radicales de la ultraderecha mundial, quienes desmienten el cambio climático en su yerma idiocia, los presidentes de EEUU (que ya se dio de baja definitivamente de este pacto-emergencia global), Brasil y demás Gobiernos del mundo que conforman el contubernio del negacionismo hacia esta realidad ya aplastante, en la que estamos sucumbidos, y que hemos generado los seres humanos con las emisiones de gases venenosos para la vida y el medio ambiente, desde el pasado siglo XVIII con el comienzo de la Revolución Industrial. Y ahora, es el tiempo de que la naturaleza nos pase el nocivo cobro medioambiental.

Todos ellos vendrán con las alforjas rebosadas de mendaces soflamas para actuar futuramente, con sus particulares promesas de buenas intenciones y de ser fieles cumplidores a las propuestas y conclusiones a que se llegue por la mayoría asistente a este congreso. Que, de seguro, incumplirán. Como así ha ocurrido hasta el presente. Se irán convencidos de haber cumplido con su ética y la responsabilidad nacional de su país, con el planeta y con todos los seres vivos que subsistimos en la faz del mundo.

Un planeta que a partir de ese encuentro en Madrid será más aséptico y harán parar y aminorar, por ciencia infusa, estos tahúres de la patraña, todas las catástrofes medioambientales y climáticas que estamos padeciendo en el mundo desde hace varias décadas. Solo lo conseguirán con esos buenos de deseos y mejores promesas, en este encuentro mundial. Predicar no es dar trigo. Un ejemplo de ello, son los deshielos del Ártico y del Antártico, los incendios de Siberia y de la Amazonía; las enfermedades que padecemos por respirar CO2 en todos los países industrializados, la merma constante de especies animales únicas –ya irrecuperables– por estos tóxicos pulmonares y el derrumbe de los ecosistemas donde desarrollan sus vidas. También los seres humanos.

Pero estos líderes de la estulticia creen que ellos y sus países, que también maltratan, contra todo raciocinio y por las evidencias naturales climáticas, no existen los peligros climatológicos, que hemos alterados por tantos desequilibrios contra el medio ambiente. Dichos tarambanas, y sus gentes, parece ser que están sanos y salvos de las catástrofes en los territorios de sus respectivos países. Solo están estos jefes de Estado a las órdenes de los dictados de la paranoica plutocracia, que solo piensan en sus intereses espúreos para sus satrapías. Ya todo depende de todos los habitantes del planeta, dejando al margen a estos magnates de los males contra la supervivencia.

De esta conjunción en Madrid de tantos Estados del mundo con sus predispuestas buenas intenciones, pero nulas praxis, de todos estos países nada se espera, en una conclusión contundente y radical contra esos gases que producen las quemas de combustibles fósiles en todo el planeta. Absolutamente nada se ha hecho desde la primera cumbre del Protocolo de Kioto de 1997, celebrada en la esa ciudad japonesa. Y nada han hecho estos países en mejorar los efectos del insano cambio climático, ni tan siquiera concienciar a toda la población y, ni estos Estados dar un moral ejemplo con medidas drásticas para aminorar los dañinos efectos de los dióxidos de carbono y otros gases.

De la última cumbre celebrada en París, la llamada los “Acuerdos de París” de 2015, no se ha disminuido ni en un gramo estos gases emitidos a la atmósfera, por lo que la bajada de temperaturas no se ha cumplido. Se espera, y así lo han acordado, que entre en vigor este próximo año 2020 en una paulatina disminución de los gases venenosos y llegar de forma decreciente al 2050, para que la temperatura no alcance los 2 grados de subida de las previstas, para que no se produzca más el calentamiento atmosférico y de los mares y océanos.

Somos muchos los que sentimos ser desagradablemente pesimistas ante esta nueva cumbre climática que se celebrará en Madrid. Se llegará a la terminación con una nueva sarta de buenos palabras e inmejorables proyectos para combatir y poner fin a los desequilibrios que tiene el medio ambiente en todo nuestro planeta azul. A la conclusión, solo persistirán en zaherir aún más, a todos aquellos que tenemos asimilados el concepto de ecología y de respecto y responsabilidad con el medio ambiente, contra los habituales exabruptos al planeta y el vil desprecio a toda la biodiversidad (en la que también se incluyen a estos ‘seres inhumanos’ de sensibilidades petrificadas) que en él moramos y pervivimos temporalmente. El planeta no es de nadie, no tiene dueños, debemos mimarlo para las futuras generaciones con dignidad y honesta responsabilidad.

Después de la bacanal de farsas e inútil cumbre climática, sacarán de provecho, casi todos los representantes estatales de su estancia en Madrid, para visitar el magno Museo del Prado (con sus recién cumplidos 200 años) para hacer turismo cultural, aunque no sientan el arte ni la cultura –y mucho menos la vida en la Tierra–. Y podrán decir, como Bartolo: “Yo estuve allí”.

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