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Por desamor a la ciudad

Juan García Luján / Juan García Luján

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La imaginería de mi primo Luján Pérez paseó estos días por las calles de Vegueta mientras su vecino más ilustre se mandó a mudar a La Palma con la procesión por dentro. En los días que se conmemora la traición a Cristo, los concejales del gobierno de Jerónimo Saavedra quieren ser Barrabás, quieren que el pueblo los aclame para que Jerónimo los perdone y no los mande a crucificar. Pero el alcalde no puede hacer de Pilatos, tiene el tiempo en contra y no puede seguir lavándose las manos después de casi dos años de disparates. Saavedra lo sabe, quizá por eso fue a coger un poco de aire de Mazo para meditar los cambios en su gobierno mientras los concejales estaban pendientes de sus teléfonos móviles, asustaditos porque el Jefe podía llamarlos en cualquier momento. Pero la vida sigue y en un ayuntamiento que da la imagen de estar parado algo se mueve. Por ejemplo, vuelven a mover los papelitos que permitirán vender Guaguas Municipales al mejor postor. Hay que gobernar a golpe de mala leche y traición a la palabra dada para elegir la semana santa para incumplir el acuerdo unánime del pleno municipal.

Esa claridad para vender a cachitos una empresa pública contrasta con las dudas a la hora de cuestionar algunos negocios privados. Dijeron: vamos a quitar las zonas azules el mes que viene. Varios concejales del gobierno declaran que con las zonas azules la ciudad no ha ganado nada, sólo ha servido para que haga caja Esther Koplowitz, una de las principales fortunas de España. Protestan los comerciantes. El gobierno cambia el discurso: No, no vamos a quitar la zona azul, vamos a cambiarla de color. Y el personal no se irá a la calle. Se convoca el concurso para las obras que se harán con el dinero del gobierno del Estado por el Plan Anticrisis. El empresario Santana Cazorla se lleva el 78% de las adjudicaciones. Nardy Barrios le había advertido al concejal de Hacienda Rodolfo Espino que sería bueno que en las bases del concurso quedara claro que las empresas que han sido sancionadas por el ayuntamiento por incumplimientos de contratos no podían optar a estas obras. El concejal no hizo caso a Nardy, y el sancionado Santana Cazorla se merienda la mayor parte del pastel, y además dice que no le saldrá rentable.

¿Seguimos con el balance? Por amor a la ciudad el candidato Saavedra nos prometió guaguas express para comunicar los barrios con el centro de la ciudad, y guaguas de hidrógenos. Por desamor privatiza guaguas, suprime líneas y guarda la pila del hidrógeno para el árbol de Navidad. El Festival de cine se ve sin dinero seis días antes de la inauguración. Los vecinos ganan sentencias en los tribunales que el ayuntamiento recurre. La concejal de Fomento que dice que no arregla los baches porque son cosa del cabildo, un institución presidida por el mismo partido que el ayuntamiento. ¿Pero esto qué es?¿Los concejales de Las Palmas de Gran Canaria trabajan a los órdenes de PP Manolo Soria?¿Pretenden que echemos de menos el time sharing, con Pepa de chica honrada y fiel a la gaviota y Mauricio esperando por el bastón de mando? ¿No se dan cuenta de que mientras que para criticar a Juanfer o defender a Soria algunos son capaces de ponerse a fabular, a practicar periodismo desmemoriado, pero con ustedes, queridos concejales capitalinos, el trabajo está hecho, para reírse de este ayuntamiento sólo hace falta mirar lo que hacen y, sobre todo, lo que no hacen?

La único que nos frena la risa es que vivimos en esta ciudad, coño, y pagamos aquí los impuestos. Me encantaría vivir en otro municipio (en la vecina Santa Brígida ¡no! porque la brisan del monte corrompe mis pulmones ), y poder partirme de la risa. Pero no, qué putada, ustedes viven de mis impuestos, por eso no me hace ninguna gracia que después de quince años de gobiernos que ignoraban las leyes (Isolux, Torres del Canódromo, Emalsa, Pavía, Gran Marina, La Favorita) y no tenían en cuenta a los vecinos, ustedes llegaron pregonando el amor y los ciudadanos los recibieron con la canción desesperada de Neruda: (“era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta/, era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro”), pero el amor duró poco, (“es tan corto el amor y tan largo el olvido” ). Me pregunto cuántos de los 1500 ciudadanos que aquel 16 de junio de 2007 abarrotaron el Auditorio Alfredo Kraus en la investidura de Jerónimo Saavedra acudirían hoy a aplaudir al actual gobierno municipal. Con lo honesto que hubiera sido poner en aquel cartel electoral “Por desamor a la ciudad”.

Juan García Luján

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