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Todo se dispara

Cristóbal D. Peñate / Cristóbal D. Peñate

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El jefe del gobierno canario lleva esperando desde el principio de la legislatura para que lo reciba Mariano Rajoy, pero éste, al que se le acumulan los problemas, prefiere reunirse con sus barones y con los presidentes autonómicos de su partido antes que con el de El Sauzal.

La descortesía de Rajoy pasará factura al PP en Canarias. Resulta inadmisible que huya de la realidad como lo hizo el otro día por la puerta de atrás de los pasillos del Congreso de los Diputados para no tener que dar explicaciones a los periodistas acerca de sus improvisadas reformas y discutidas políticas económicas.

Rajoy está entre la espada y la pared. Por un lado están Merkel y los malditos mercados y por el otro se encuentran sus propios compatriotas, que no entienden nada de las incongruencias de un presidente que se ha especializado en decir una cosa y hacer otra.

Un político que no predica con el ejemplo no es de fiar. Está en un callejón sin salida y, en vez de afrontar la realidad con valentía y sin ambages, mete la cabeza en su caparazón y esconde la basura debajo de la alfombra.

Si ya es difícil salir de esta crisis por las buenas, más aún lo es con la rémora de un presidente que no tiene capacidad de presidir ni una comunidad de vecinos.

Rajoy, actuando de esa manera tan equívoca, insulta a los ciudadanos, tanto a los que le votan como a los que no. Con las demoras en recibir a Rivero, el insulto es doble hacia los canarios. Luego se quejará de que en las islas se incremente el fervor soberanista.

El PP, que justifica al monarca a la vez que censura a Rivero, propicia este sentimiento igual que Urdangarín motiva el renacer del republicanismo, que en los últimos días se ha intensificado con las cacerías del rey en África.

Es patético que un jefe de Estado se vaya de safari a cazar elefantes en los días en los que el país naufraga con bajadas en la bolsa y subidas de la prima de riesgo, que se ha disparado tanto como la escopeta de Froilán.

El rey casi llegó a llorar en público cuando confesó que no dormía pensando en los millones de parados españoles. Se ve que como no podía conciliar el sueño contando ovejas en Madrid se fue a Botsuana a matar elefantes. Un somnífero real que nunca falla.

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