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La emergencia climática exige un drástico cambio de vida de todos con el medio ambiente

Teo Mesa

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Ya es una urgente necesidad para que cambiemos el modelo de vida con los extremados  vilipendios e inconscientes derroches con la quema de energías procedentes de los fósiles. Los trágicos aconteceres que se están produciendo en la climatología son una prueba más de lo dislocado que están las incomprensibles y enigmáticas variaciones del clima actual. Estos hechos los vemos con cierta frecuencia en todos los funestos sucesos de desaforadas tempestades, como los de Dana y Gloria, recientemente acecidos en suelo peninsular; altas temperaturas (anómalas para sus estaciones, desde que existen registros), e incendios en todo el planeta –Australia, EE UU, la Amazonia y en nuestra isla de Gran Canaria en particular, de agosto pasado–.

Muy bien está y hay que felicitarlos por esta iniciativa con las propuestas anunciadas por el Gobierno de Canarias Emergencia Climática en las islas, y seguidamente por el Gobierno central, que denominan Emergencia Climática y ambiental en España, que sin rango de leyes se llevarán en todos los contenidos programados para lidiar prontamente, y con toda contundencia contra el cambio climático. Este trascendental tema de emergencia climática ha sido anunciado también anteriormente a los citados, por los gobiernos autonómicos de Euskadi y Navarra, y ambos han programado un plantel de urgentes medidas a tomar en precaución de las calamidades que le puedan sobrevenir a dichas zonas norteñas. Y por lógica, cada una en base a sus características geográficas y climáticas.

El Gobierno de España se atiene a un periodo de 100 días para llevar a efecto lo que posteriormente tendrá rango de ley climática medioambiental en todo el suelo territorial español, al margen de las propuestas argumentales de cada territorio autonómico, quienes tendrán las suyas de forma individual en base a unas características geográficas y medioambientales determinadas. Siguiendo asimismo las pautas dictadas por el recién estrenado gobierno de Europa, que en el discurso la presidenta, ha manifestado las prioridades hacia una lucha determinante y sin ambages en lides por el cambio climático. Asunto en el que España se ha mostrado intencionadamente estéril para desarrollar un programa y una fiscalidad ambiental en sus responsabilidades con la UE y con su propio país. Los impuestos verdes recaudados en España, como compromiso con la Unión Europa, que según datos, no supera el 5%, no ha llegado ni al 2% del PIB. La media europea está en el 2’4. 

Sin embargo, no hay que dejar este asunto de vital importancia al albur de los ambiguos criterios de los Gobiernos de turno, tanto del Central como los Autonómicos. Todos ellos han estado maniatados por los poderes fácticos del egoísta capital, de los poderosos capitales como los medianos empresarios, así como por los incrédulos administradores, carentes de sensibilidad, conciencia y responsabilidad en cada legislatura.  El ciudadano, que tiene más conciencia que los enunciados gobernantes, por sus tropelías climáticas demostradas, debe exigirles sus compromisos medioambientales, porque también ellos y sus seres queridos también son perjudicados en las calamidades climáticas.     

Muy a pesar de los negacionistas o interesados escépticos aún de los diversos partidos políticos del arco parlamentario, quienes prefieren seguir con sus irracionales y temerarios argumentos de continuar invirtiendo en las riberas costeras y de otras trapisondas geográficas, alterando las barreras naturales de las costas, ríos, etc. Pero ellos en sus intereses espurios y de sus partidos solo tienen por objetivo el bien material y el fin último del vil metal para agradar sobremanera al gran capital. 

Lo que estamos padeciendo no es una broma, es ya un tema climático muy serio y muy peligroso para toda la biodiversidad que pervive en el planeta, que en armonía debe vivir en el rincón del espacio terráqueo que nos da cobijo por un tiempo efímero a nuestras existencias. Este primordial asunto hay que afrontarlo inmediatamente, y pese a quienes estén en contra porque dañan sus perversos intereses económicos, aunque este lo sea a costa de un perjuicio a todos comúnmente en nuestro territorio (y en todos los demás del planeta).

El ser humano en general tiene el deber ya, de cambiar sus roles vivenciales. Tiene que cambiar hacia una razonada conciencia medioambiental, teniendo además como recurso de obligado cumplimiento, el uso perentorio de hacer más reciclados y abandonar todos los usos plásticos innecesarios para el consumo. Pasar a un modelo de vida no tan dependiente de las energías fósiles, y sí interceder drásticamente por las energías limpias y renovables, que son más baratas y eternas. 

Por último, y por lo que respecta a nuestro medioambiente grancanario, de forma individual me ha dado una gran alegría, otear palpablemente en mis senderismos fotográficos, como están retoñando los pinos canariensis y los helechos silvestres de bajo monte (con tan solo cuatro o cinco meses desde esa tragedia) después del triste incendio producido el pasado mes de agosto de 2019, cuando toda esa zona fue devorada por un desproporcional e imparable fuego sobre nuestra naturaleza cumbrera. 

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