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La epidemia de la corrupción

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Como hay estadísticas para todo, anualmente se publica un mapa de la corrupción por países. En esos índices España está en un lugar digamos discreto, en la posición número 30. Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia, Suecia, Canadá,. Holanda y Suiza forman parte de los países más serios y en cambio los mayores índices de corrupción se darían en Venezuela, Guinea Ecuatorial, Sudán, Irak, Somalia, etcétera. España tiene más corrupción que Chile, Bélgica, EEUU, Chipre o Israel, pero menos que Portugal, Corea, Polonia, Hungría. En este índice Italia figura en el puesto 57 y Cuba en el 69 (mucha corrupción).

Claro que estos índices están basados en sondeos no siempre fiables, con lo que los resultados son subjetivos y menos fiables en países de los que se obtienen menos fuentes. Además, lo que se define legalmente como corrupción difiere según las leyes de cada nación, así una donación pública puede ser legal o ilegal, una propina o un sobresueldo puede ser un soborno o lo contrario. A la vista de todo esto, que en el PP se haya repartido dinero en negro, sin vales y sin constancia, podría quedarse en una simple anécdota siempre y cuando no existiera en nuestro país la sensación de que la corrupción se extiende de año en año.

Si hubiera en verdad ganas de limitar la corrupción, los grandes partidos nacionales y los nacionalistas pondrían mucho interés en clarificar la financiación de esas fuerzas políticas. De este modo habría menos tendencia a pedir comisiones ilegales, sobornos y sobresueldos. Pero ni al PSOE ni al PP ni a CiU ni a nadie parece interesarle la resolución de los problemas de fondo que se están dando en nuestro país. Pues nuestra democracia se ha convertido en el escandalazo universal, hace pocos días el New York Times -que no es un periódico cualquier- publicó que al Rey de España se le calcula una fortuna de 1.800 millones de euros. Nadie ha publicado una rectificación o un desmentido. Lo divertido es que después de todo lo que se ha expoliado, después de todos los escandalazos, después de tanta financiación ilegal, después de que todo el mundo haya metido la mano, nadie sabe cómo luchar contra la corrupción. Son días tristes para la ética, y lo peor es que se percibe que aquí hay auténticas tramas de corrupción, bien organizadas, tan instaladas en el poder que son el poder mismo. Lo más probable es que, si los índices de corrupción estuvieran bien elaborados, deberíamos aparecer con tanto nivel de deterioro como Venezuela, Guinea, Sudán, Somalia y un largo etcétera.

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