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El estrecho del istmo y el panal de rica miel

Antonio González Viéitez

Es que no ganamos para sustos. Cada poco tiempo aparecen propuestas, en ocasiones ocurrencias, para localizar algún tipo de deslumbrante actividad y establecerse, aunque sea con calzador, en el lugar más privilegiado de Las Palmas, en el Istmo de La Luz, al naciente de la Playa de Las Canteras.

¿Quién no recuerda el tamaño despropósito, siendo Luis Hernández presidente de la Autoridad Portuaria, de construir el mamotreto del centro comercial El Muelle? Se salieron con la suya y el artefacto comercial (por supuesto, nada que ver con la actividad portuaria) se colocó en plena línea de atraque de uno de los muelles del Puerto de La Luz. Justo donde debería haberse situado una moderna terminal de pasajeros. De la que hoy todavía se carece.

Hace algo más de una década, irrumpió como un vendaval la propuesta de Frente Marítimo de la alcaldesa Josefa Luzardo, con un concurso internacional y la pretensión de sembrar de rascacielos (iconos representativos) el Istmo. La sociedad de Las Palmas, alarmada, reaccionó con importantes movilizaciones sociales y tomas de postura por instituciones de prestigio como el Colegio de Arquitectos, presidido entonces por Javier Mena. Si recuerdan, al final fueron las instancias de la Unión Europea las que tuvieron que tomar cartas en el asunto y pararlo. Gran victoria democrática.

Hace un año o así, se plantearon otras dos propuestas, a mi juicio, con algún nivel de incompatibilidad, el astillero para megayates y el acuario de Kiessling. Y hablo de incompatibilidad porque el tratamiento de todo ese espacio, con la vista puesta en concebir la mejor forma de culminar la “Conexión Puerto-Ciudad”, consiste en convertirlo en una espléndida zona verde y de esparcimiento para toda la ciudadanía.

Lo penúltimo fue lo del funicular a La Isleta (al que ya calificamos de disparate) y, lo último, la empresa Kiessling que, una vez conseguido su objetivo de “dotar a la ciudad de un equipamiento único en el Atlántico Medio, su Acuario”, ahora destapa todas sus cartas y quiere montarse su propio cluster: Acuario, hotel y funicular a la vista. Por ahí podíamos haber empezado…

Y la pretensión de este hotel me parece rechazable.

1). Como se acaba de indicar, dificultaría que todo ese espacio privilegiado se convirtiera en el pórtico abierto de bienvenida a quienes nos visitan. Y en inigualable zona de esparcimiento para toda nuestra gente.

2). A veces nos olvidamos que, geográficamente, el Istmo es un cuello de botella que une lo que todos los canarios conocemos como Las Palmas con el Puerto. Que son dos tremendos focos de generación de flujos de todo tipo, incluyendo el muy importante transporte de mercancías y también de personas. Por eso el Istmo, además de ser la joya que da personalidad a la ciudad, se constituye como el mayor nudo conflictivo de tráficos de la Isla. Y ya está bien saturado. Por todo eso el que Kiessling pretenda construir otro hotel de la misma altura de Los Bardinos (como siempre en estos casos, intentando hacer lo que no se puede hacer), contribuiría a que el colapso de tráfico se ampliase y eternizase.

3). Lo más importante, a mi juicio, es que ese hotel va en contra de lo que se viene perfilando como el verdadero y genuino modelo turístico de la capital. No olvidemos la historia y recordemos que fue justo en nuestra ciudad donde comenzó el turismo en Gran Canaria. Y que tuvo que pasar más de una década para que se iniciara el que sería el predominio absoluto del Sur. Y fue en Las Palmas donde se construyeron los primeros hoteles, como es lógico en Las Canteras. Pero la experiencia demostró que, con el tiempo, el turismo de sol y playa de la ciudad no tenía futuro. El Sur era el verdadero Jardín del Edén.

Y así el turismo en la capital dejó de tener importancia (entiéndase importancia relativa) durante décadas. Y es en los últimos tiempos cuando, al socaire de una nueva reflexión sobre el turismo adecuado a la capital, está apareciendo un nuevo modelo diferenciado y original. Con algunas características notables: A). Este nuevo modelo está siendo protagonizado por empresas locales de mediana dimensión, que están poniendo en funcionamiento una malla de medianos establecimientos hoteleros. B). Lo que están haciendo, en vez de construir nuevos edificios, es aprovechar inmuebles viejos e incómodos y transformarlos dándoles un nuevo uso. Este hecho tiene enorme importancia desde el punto de vista urbanístico. En las zonas en que esto ya viene ocurriendo (Vegueta, Triana, Parque Santa Catalina), las viejas instalaciones residenciales se transforman en modernos y sugerentes establecimientos turísticos. ¿Ustedes se acuerdan de la enorme importancia que hoy se da a la reutilización y el reciclaje? Pues de eso se trata. C). Se observa que estas pequeñas y medianas instalaciones se van esparciendo por todo el entramado urbano de la capital (a excepción de las nuevas barriadas). Y esto revitaliza el pulso urbanístico de la ciudad, evita la aparición de zonas en degradación, e incluso puede ayudar a transformar, mejorándolos en todos sus aspectos, algunos barrios capitalinos olvidados. Por supuesto que hablo del barrio de La Isleta, pero también me atrevo a incluir a los populares y formidables Riscos de nuestra ciudad. D). Todo esto ayudaría a crear una ciudad con personalidad propia, también en el aspecto turístico, con empresas canarias innovadoras y cualificadas. Donde quienes nos visitaran pudieran tener unas experiencias viajeras mucho más genuinas que las que aporta el modelo de sol y playa. Y por supuesto, mucho más estimulantes que las que pueden proporcionar los grandes hoteles estandarizados de las multinacionales. Justo como el que pretende Kiessling para, despreciando las nuevas propuestas, intentar seguir explotando el viejo modelo turístico que ya falló en la ciudad hace muchos años.

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