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El futuro del PP

Francisco Pomares

Santa Cruz de Tenerife —

Les contaba este lunes que a mí Rajoy empieza a darme mucha pena. Lo digo de verdad, eh. No es ironía… cada vez que monta el circo le crecen los Monagos, y además no sabe cómo salir de los follones en los que le meten los suyos. Lleva una el pobre una racha de cuidado.

La penúltima, el sarao que organizaron para defender un código de buen hacer en política, pienso que para levantar la imagen y la moral de los suyos, y en el que Monago iba a ser la estrella. La verdad es que lo fue, pero una estrella achicharrada. Total que acabó convirtiéndosele el ágape en una confirmación lastimera del viajero senador Monago. ¿Qué el hombre se la pasó media legislatura enamorando a su novieta, con cargo a los gastos de desplazamiento del Senado? Pues en vez de decir que viajar gratis es un privilegio que los senadores y diputados tienen desde 1977, y que hay que revisar ese privilegio para evitar abusos, el PP decide hacer lo que siempre: mentir diciendo que Monagos vino a Canarias a trabajar y ya está. Y luego todos a aplaudir la sinrazón a rabiar, los aplausos que no falten.

Todo se resuelve con aplausos. Gurtell: aplausos. Bárcenas y la financiación ilegal del PP: más aplausos. Las andanzas del pequeño Nicolás: Risas y aplausos. Operación Púnica: peticiones de perdón y aplausos. Cataluña: indiferencia y aplausos. Vacaciones de Monagos: aplausos a rabiar. El PP parece haber renunciado a interpretar el sentir de los ciudadanos, y monta cada tanto jolgorios internos para que los del PP se aplaudan unos a otros. Pero el rechazo y el cabreo de los ciudadanos es cada día mayor.

Ya se que los sondeos no escarban en la intención de miles de votantes de derechas, que se avergüenzan por lo que está ocurriendo y no confiesan su intención de voto, pero al final acaban votando a los suyos, pase lo que pase. Ha sido así hasta ahora. Pero es que votar al PP se está convirtiendo en estos últimos tiempos una heroicidad militante, una suerte de trabajo de Hércules para decenas de miles de conservadores decentes que no entienden que esta escalada de desvergüenza no se acabe nunca, y el PP siga aplaudiéndose a sí mismo. Los aplausos a Monagos pueden ser un acto de humanidad de sus compañeros, pero son también una gigantesca paletada de descrédito.

Es por eso una suerte –para el PP- que las elecciones regionales y locales se produzcan antes de las generales, porque el voto en las locales y regionales –aparte de contar con un activismo más cercano, el de las decenas de miles de cargos públicos en disputa, sus amigos y clientela- tiende a ser mucho más estable en las locales que en las generales, sobre todo en los municipios menores de cien mil habitantes, en los que el voto ideológico de los ciudadanos se ve tamizado por la proximidad de los vecinos a sus representantes. Si las elecciones generales fueran antes de las regionales, creo que el PP podría llegar a tener serias dificultades para seguir.

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