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Qué incordio de tecnología (segunda parte)

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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Por ello, y tan sólo dos semanas después de dedicarle esta columna a la intelectual y “bloguera” cubana Yoani Sánchez ?premio Ortega y Gasset 2008 en la categoría de periodismo digital, mal que le pese a los actuales dirigentes cubanos- me topo con un caso bastante similar, aunque mucho más cerca de casa.

En este caso se trata de un blog, tan personal como pudiera ser el de Yoani Sánchez, y cuya única intención es la de dar un punto de vista, distinto, sobre un determinado lugar.

La responsable es también otra mujer, Victoria Casas, concejal por el partido de Coalición Canaria del atribulado y cada día más convulso Excmo. Ayuntamiento de la villa de Santa Brígida.

Lo primero que voy a decir es que he tratado de leerme buena parte, si no la totalidad, de los comentarios escritos por la mencionada concejal y sus lectores, en relación a los problemas que se viven en dicha villa. Mi intención era ver la forma que tenía la concejal de plantear en su blog los asuntos de la villa, algo que no gusta precisamente a los actuales responsables del lugar.

Dejando a un lado las “lindezas” que se suelen dedicar los políticos, los unos a los otros, nuestro país se distingue por utilizar expresiones y palabras malsonantes y groseras, en muchos casos sin venir a cuento. Insultar, aunque sólo sea de manera jocosa y divertida, “mola” mucho más que hablar medianamente bien.

Por lo tanto, a nadie le debería sorprender las expresiones vertidas en dicho blog ?nada llamativas, a mi modesto entender- al ser algo habitual en nuestra sociedad cotidiana, y comúnmente aceptado.

Digo esto, porque resulta muy significativo que ahora sean muchos los que consideran que lo mejor sería que el juez condenara a Victoria Casas a la “hoguera pública” por sus opiniones allí vertidas. Da la sensación de que Casas es la única que se ha atrevido a poner en tela de juicio determinados comportamientos que atentan contra la buena marcha de una sociedad que se considera civilizada y dialogante.

Y no me refiero a las causas abiertas por la justicia, sino a la forma de tratar los asuntos que muchos de nuestros políticos utilizan como tarjeta de presentación constante.

Con esto no quiero decir que me posicione a favor de una determinada opción política, dada mi más que acreditada animadversión hacia el mismo concepto en sí.

Creo en la capacidad y en la voluntad de las personas por tratar de hacer las cosas lo mejor que sepan, dejando a un lado intereses partidistas que en nada benefician al conjunto de la sociedad.

Y esa voluntad de sacrificio no tiene nada que ver con siglas ni con banderas ideológicas. Tiene que ver con las personas, no con los partidos a las que representan.

De ahí que ya haya defendido la necesidad de las listas abiertas frente a las listas “prefabricadas”, las cuales suelen esconder demasiados “pesos muertos” que acaban lastrando la buena marcha de cualquier institución, sigla o ideología política.

Por tanto, quienes crean o quieran ver ?o se quieran engañar, directa y libremente- un apoyo por mi parte a unas determinadas siglas, que sepan que están muy equivocados.

Dicho esto, y ya metidos en faena, debo decir que me sorprende la persecución a la que está siendo sometida la autora del blog http://www.victoriacasas.blogspot.com/, en un país donde Internet sigue siendo una quimera para la mitad de la población y donde los organismos públicos continúan calificando a la red como “el futuro”, en vez del presente.

Para empezar, el blog de Victoria Casas no tiene miles de visitas diarias, como sí que ocurre con el de Yoani Sánchez, ni su cara aparece en la portada de la influyente revista Time.

Su blog es un desahogo contra una determinada forma de hacer política que sólo admite el verbo “gustar” ?me gusta o no me gusta- como calificativo.

Todo lo que se diga a continuación puede ser considerado un delito de injurias y que atentan contra el honor de las personas allí mencionadas.

Según el diccionario de la Real Academia, honor significa lo siguiente: Cualidad moral que nos lleva al cumplimiento de nuestros deberes con el prójimo. Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones heroicas, las cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas del que se la granjea.

Queda claro que el mismo concepto del honor está ligado al comportamiento de las personas y a su manera de relacionarse con el resto de los ciudadanos. Ser una persona honorable no es algo que se logre con un puesto, un apellido, o una abultada cuenta bancaria. Necesita de una vida de dedicación y, en los tiempos que corren, el honor es una flor que florece muy de cuando en cuando.

Esto no quita que una persona pueda sentir que se haya atentado contra su persona al recibir comentarios y/o insultos que lo maltraten de una u otra forma. Los límites de cada uno chocan con los de los demás. Y ya he dicho que el insulto ha pasado a ser una parte más del lenguaje de los españoles, sin importar las consecuencias que ello pudiera acarrear.

Aún así, cuando se es un personaje público, se está expuesto a la incesante disección por parte de cientos de ojos, muy atentos a cualquier falta o tara que pudiera ser utilizada en contra del adversario, sobre todo en política. Además, muchos parecen haber olvidado que las hemerotecas de antaño han sido reemplazadas por medios digitales, mucho más rápidos y fáciles de consultar por casi cualquier ciudadano, lo que obliga a tener mejor memoria o un buen asesor para no patinar más de la cuenta.

Si a todo esto añadimos que la responsable del blog es una concejala que vive en vivo y en directo las mencionadas tribulaciones y sobresaltos del Excmo. Ayuntamiento de la villa de Santa Brígida, quiero pensar que sus opiniones están más cercanas a la realidad que las de cualquier persona que lo viva desde fuera, como pudiera ser mi caso.

De todas formas, y dejando muy claro que cada cual es muy libre de sentirse ofendido por una determinada cosa, me extraña el interés de ponerle una mordaza a un blog que denuncia muchas de las inconsistencias que planean sobre una determinada gestión municipal. Da la sensación de que lo importante es lograr un pensamiento único, que todo el mundo piense de la misma manera y así todos vivirán mejor.

Me recuerda a una suerte de “Secuestradores de cuerpos”, historia que narra de forma metafórica la atmósfera paranoica durante la penosa “caza de brujas” en la década de los cincuenta. En ella, sólo unos pocos se dan cuenta del verdadero peligro que se esconde tras aquellas vainas llegadas desde el espacio exterior, las cuales borran todo signo de individualidad.

Y todo esto me parece lo mismo, en pleno siglo XXI, justo cuando en nuestra comunidad cada vez crece más la sensación de que el “bien común” no es interpretado de igual forma por todo el mundo.

Desconozco si detrás del blog de Victoria Casas se esconden “sucios manejos políticos”, tal y como algunos lectores han comentado a tenor de la publicación de la demanda presentada por los responsables políticos del ayuntamiento de Santa Brígida. Todo es posible, pero me parece que hay maneras mucho más inteligentes de demostrar que alguien está equivocado.

Trabajar duro y el lograr que los muchos proyectos empantanados en el lugar se terminen más pronto que tarde es el mejor antídoto contra las críticas partidistas y contra quienes sólo ven lo que les interesa. Tendrá menos “glamour” pero los beneficiados suelen ser la mayoría de los ciudadanos. Lo peor del caso es que, mientras todo esto sucede, los lectores del blog y otras personas anónimas reclaman acciones que, por ahora, parecen quimeras para los satauteños.

Imagino, como otras tantas veces, que los equivocados somos los que pensamos de manera distinta a la de los mandatarios. Además siempre me queda la sensación de que hemos llegado a un punto muerto que en nada beneficia a nuestra tierra. Y el estancamiento acaba degenerando y matando el espíritu mismo de las cosas.

Bueno, siempre nos quedará el espíritu contestatario de Internet y sus voces discordantes.

Eduardo Serradilla Sanchis

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