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10 de junio: 'Defender la alegría'

Adolfo Padrón Berriel / Adolfo Padrón Berriel

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Defender la alegría como una trincheradefenderla del caos y de las pesadillasde la ajada miseria y de los miserablesde las ausencias breves y las definitivas.

Así daba comienzo Mario Benedetti a un magnífico poema, como toda su obra, al que pusiera música y popularizara Joan Manuel Serrat en 1985. El tema resultante formaba parte de un trabajo musical -El Sur También Existe- con el que el cantautor catalán rendía homenaje al universal artista uruguayo. La producción del inmortal escritor, profundo observador de la condición humana, de sus milagros y sus miserias, bien podría servirnos para reconocer el momento que vivimos. No es de extrañar, si tenemos en cuenta que la humanidad se repite, como el ajo, en sus errores y en sus perversiones.

Atendía a un noticiero, como diría el propio Benedetti, y me sonrojó escucharle, presidente, pedir a “la Roja” una alegría para los españoles. El fútbol, en situaciones dramáticas como la que padecemos, ha resultado siempre un recurso muy preciado, máxime si consigue eclipsar la realidad y zambullirnos de golpe en un delirio colectivo de orgullo nacional, que en los tiempos que vivimos resultará ser un inestimable balón de oxígeno para los hacedores de la patria, como usted, allende sus empresas.

Pero esas “alegrías” son inevitablemente efímeras: las primas -las que recibirán los héroes del balompié si consiguen la hazaña, o la de riesgo, la que sube y sube a pesar de que gobiernos como el suyo acaten sin pudor las medidas dictadas por los mercados y nos las anuden al cuello- nos devolverán a la cruda, triste y gris cotidianidad, la de sufrir, día tras día, la condena a una existencia marcada por el deterioro social, el saqueo impune, la impotencia y la incertidumbre más absolutas y con todo ello el miedo ?poderoso arma de destrucción masiva al servicio de fines espurios -.

La amenaza del rescate de nuestra economía pesa como una espada de Damocles, porque conocemos sus secuelas, ni más ni menos que la senda griega, la de entregar la soberanía, los recursos públicos, los derechos conquistados, la democracia y hasta la dignidad, “per sécula seculórum” a los intereses financieros. La intervención es un hecho desde que el anterior gobierno modificó la carta magna para certificar la prevalencia del pago de los intereses de la deuda, pero hasta ahora nos obcecábamos ?nos obcecan, más bien- en vivir en el espejismo del “margen de acción”, el que permite seguir esgrimiendo la estrategia de los sacrificios ineludibles a cambio de una hipotética recuperación del sistema a un plazo que se presenta, por cierto, cada vez más incierto.

Existen otras alegrías presidente: Las que se forjan desde la conciencia de la labor cumplida, desde la fe en que es posible confrontar un sistema alienante y decadente y construir en su lugar un nuevo mundo, más justo, más humano, más solidario y sostenible. Son las alegrías que crecen desde dentro, sin artificios ni estímulos externos, cuando te sientes parte imprescindible de una gesta y no hay gesta posible sin convicción ni entrega.

Cada vez somos más, una mayoría que crece por minutos, quienes sentimos que está en nuestras manos derribar el muro; quienes tenemos la certeza de que las políticas que nos imponen no sólo son inútiles para el presente, sino que abortan toda posibilidad de futuro. Existe una felicidad que emana de la liberación, la que se alcanza al vencer el temor intrínseco y dar por fin el necesario paso al frente. Es la satisfacción que surge del empoderamiento individual y colectivo. Es la emoción que brota de una sinergia global construida aquí y en todas partes, por encima de siglas y aparatos, más allá de credos y banderas, que nos hace vislumbrar cercano el cambio que usted ni alcanza a intuir, presidente.

Por eso llenamos las calles, por eso alzamos la voz y coreamos consignas que usted y los suyos no entienden. Ni el goteo persistente de “información” paralizante, ni los falsos atisbos de brotes verdes, ni la brutalidad represiva, ni los discursos cuartelarios involucionistas, ni la criminalización de la protesta, ?, conseguirán evitarlo. Somos la absoluta mayoría, no la mayoría absoluta -¿percibe la diferencia?- reclamando su derecho a ser, a vivir dignamente.

El próximo domingo 10 de junio, los canarios tendremos una nueva oportunidad, no será la última, de contribuir a esa sinergia global imparable; sus amos, usted mismo y sus lacayos -también los de estas islas- nos verán gritar con ira y sonreír al mismo tiempo: estaremos de fiesta. Le aseguro que esa alegría nada tendrá que ver con “La Roja” y su partido de la víspera.

*Miembro de co.bas-Canarias y de Canarias Por La Izquierda/Si Se Puede

Adolfo Padrón Berriel*

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