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Ni el legado Anne Frank respetan

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El pasado sábado me levanté con una noticia que leí en el boletín semanal de la Fundación para la defensa legal del cómic (CBLDF), fundación a la cual pertenezco. La noticia con la que abría dicho boletín venía a contar que dicha fundación junto con otras nueves asociaciones y/ o fundaciones culturales liberarles se habían juntado para defender un libro tan importante para la sociedad contemporánea como lo es el Diario de Anna Frank. ¿La razón de tal defensa? Pues, muy simple. En el distrito escolar de Northville, en el estado norteamericano de Michigan, un grupo de padres se habían quejado por, y cito textualmente, “las descripciones anatómicas que aparecen escritas en dicho libro.”

Debo admitir que tras leer la noticia llegué pensar que se trataba de un error, porque, una muestra de tal de ignorancia, estrechez de miras y falta absoluta de juicio crítico, me parece difícil de asimilar en una sociedad que todavía se tilda a sí misma de civilizada. Por desgracia para mi estado de ánimo, la historia, la cita y la ignorancia manifiesta de quienes sólo ven lo que quieren ver, resultaron ser ciertas.

Yo ya sé que la ignorancia es muy atrevida y todavía quedan muchas personas que consideran que cualquier mención que se haga sobre el cuerpo humano es un pecado de lesa majestad, por muy natural que sea el descubrimiento de la sexualidad en la vida de las personas. Las mentes rancias, mediocres y atrasadas son incapaces de evolucionar. Otra cosa muy distinta es olvidar lo que el diario de Anne Frank ha supuesto desde que su padre Otto Frank decidió publicar, en 1947, las vivencias de su hija entre junio de 1942 y agosto de 1944.

Las páginas escritas por Anne Frank no son sólo el testimonio de una niña que iba descubriendo como su infancia daba paso a una adolescencia cortada de raíz por la intransigencia de unos pocos. Sus palabras son la crónica de una época de locura colectiva, de persecución, de tortura y muerte bajo la bota del Reich Alemán de los mil años.

Su diario es el relato de una niña obligada a vivir escondida por el miedo a ser deportada a un campo de exterminio, un miedo que paralizó y sesgó la vida de millones de personas, personas que, como Anne, sólo había cometido el delito de ser diferentes a los ojos de quienes se dejaron llevar por una demencia cómplice y asesina.

Y gracias a su diario, generaciones y generaciones de jóvenes que nacieron después de ella, han aprendido que la intransigencia, la ignorancia, la estrechez de miras y los argumentos torticeros y trufados de mentiras NUNCA han ayudado a nuestra sociedad.

Sé que la labor de un padre no es fácil, pero igualmente pienso que hay padres osados, ignorantes e intransigentes, incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos y a las realidades vitales de sus hijos. Visto lo visto uno puede llegar a pensar que lo que DE VERDAD les molesta a los padres de este esperpéntico episodio es que sus hijas lean un libro donde los malos de la historia sean los soldados de la Alemania nacionalsocialista que acosaban a la joven y al resto de los familiares que estaban escondidos en la casa que, hoy en día, es la sede de la fundación que lleva su nombre.

También me pregunto por qué, en vez de quejarse por los supuestos contenidos “pecaminosos” del diario de Anne Frank ?y digo supuestos, porque sólo lo ven ellos y sus retorcidas mentes- no se quejan de la indiscriminada proliferación de armas de fuego en su país, un hecho que costó la vida a veinte niños en la escuela elemental Sandy Hook.

¡Ése sí es un verdadero problema y no las descripciones que Anne Frank puede hacer en su libro! Ya está bien de tanto mentecato beato e intransigente suelto, incapaz de aceptar los verdaderos retos del siglo en el que vivimos. Vergüenza les debería dar a esos padres ser tan ignorantes, osados y miserables, capaces de obviar de un plumazo el legado y el recuerdo de Anne Frank con tal de salirse con la suya y no asumir sus responsabilidades en la educación de sus hijos.

Si tanto miedo les da el mundo exterior, encierren a sus hijos e hijas en un bunker y manténgalos ahí, escondidos, hasta que tengan 40 años, pero dejen de actuar como inquisidores de tercera categoría, torticeros e ignorantes.

Con sucesos como éstos, cada vez tengo más claro que nuestra sociedad se irá a pique, por la capacidad que demuestra el ser humano para crear problemas artificiales en vez de tratar de solucionar los problemas reales.

El tiempo pone a cada cual en su sitio, ya lo hizo con los nazis, con quienes les apoyaron y también les llegará a quienes siguen negando todo lo que pasó. Por ello, quiero pensar que alguien pondrá un poco de cordura en toda esta situación y les diga a esos “padres” que se preocupen de sus hijos y dejen las cazas de brujas para los libros de historia, que es donde se deben quedar.

Por mi parte, luego de leer la noticia, se me ocurrió no sólo escribir esta columna, sino comprarme la nueva edición del diario de Anne Frank, con motivo del sesenta aniversario, libro que ya me he comprado en otras dos ocasiones, pero, qué quieren que les diga, mejor hacerlo que ser un ignorante, botarate, e inquisidor de tercera categoría. Hasta ahí podíamos llegar, sí señor.

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