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A mí la legión

Cristóbal D. Peñate / Cristóbal D. Peñate

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Curbelo se va pero asegura que es inocente, que es lo que dicen todos siempre, ya sean culpables o no. Si realmente es inocente, ¿por qué dimite? Y ya que lo hace, ¿por qué no renuncia también a la presidencia del Cabildo de La Gomera?, como apunta Soria.

Su supuesta fechoría la cometió en sus horas libres. En ese momento no estaba ejerciendo como senador ni como presidente cabildicio, aunque evidentemente era las dos cosas a la vez. Nadie se explica la disociación en la dimisión de una persona que ocupaba dos cargos públicos, además de otros orgánicos.

La reacción de sus correligionarios ha sido bien distinta en Canarias y en Madrid. La ejecutiva federal le ha pedido la dimisión desde el primer momento por comportamiento impropio, que nada tiene que ver con el cohecho impropio por el que está imputado Francisco Camps en Valencia. Su dimisión fue forzada precisamente para no dar munición al PP que pudiera contrarrestar el caso Gürtel.

Para Blanco y Valenciano, La Gomera es una cagada de mosca en su mapa electoral nacional. Para José Miguel Pérez y Hernández Spínola, La Gomera ha sido el único dominio socialista en las islas incluso en la época en la que la derecha ganaba con autoridad en todo el Archipiélago. Un granero de votos.

Jerónimo Saavedra ha sido uno de los pocos que ha defendido a Curbelo con contundencia, desligando su vida privada de la pública y afirmando que irse de putas no debería estar penado políticamente. Pepa Luzardo no quiere ni pronunciar la expresión porque le da repelús. Las socialistas canarias, tras la reacción de Saavedra, se han mostrado algo tibias.

Es verdad que hay demasiado puritanismo, pero aquí no se está juzgando eso, sino si Curbelo se extralimitó en su cargo, creyéndose impune a insultos y agresiones a policías. No obstante, extraña que un canario de pura cepa haya usado el vosotros, como relata el atestado policial y que resta verosimilitud a la versión oficial. Pero si lo dijo con el ustedes resulta también inadmisible.

“A mí no me detiene ni la guardia civil”, aseguran que dijo Curbelo. Y en eso nadie le quita la razón: lo detuvo la policía.

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