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Las marcas negativas de Canarias

José Manuel Balbuena Castellano / José M. Balbuena Castellano

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Son ya muchos los toques de atención a un gobierno que no sabe gestionar su autonomía y que no resuelve problemas, algunos de ellos vitales para la vida y el bienestar de los canarios.

Nos colocamos a la cola, en el ámbito nacional, en el número de parados, o de los necesitados de viviendas sociales, o en los casos de violencia de género y maltrato a las mujeres, en la falta de centros para menores marginados o desarraigados o delincuentes juveniles, y además, tenemos carencias de centros de atención para mayores. Pero también observamos que la Sanidad está cada vez peor, no funciona, y que ese estado de bienestar que nos diferencia de países del tercer mundo o en desarrollo, se nos está alejando ante nuestra vista de forma alarmante. Parece que se quiere primar aquí a la Sanidad privada en detrimento de la pública.

Lo mismo ocurre con la Educación. Da la sensación de que se desea dañar la enseñanza pública para beneficiar la privada o la concertada. Es una política chavista, pero al revés. Aquí se potencia lo privado, debido a una política neoliberal y poco humana que desarrollan ciertos políticos isleños, donde lo único que importa es la rentabilidad y los beneficios, mientras Chávez, por su parte, pretende un socialismo, que yo no lo llamaría así, sino un comunismo puro y duro, que está ya completamente desfasado y fuera de lugar, nacionalizando la actividad económica, los medios de comunicación, etc. para que todo el mundo le sea adicto y no encuentre oposición ni resistencia. Pero el tiempo de Fidel Castro y de Stalin ya pasó.

La educación hace años que figura en el farolillo rojo del fracaso escolar en España y en Europa.. Hubo una época en que la educación en Canarias dio un gran paso adelante, en el primer gobierno autónomo, que presidía el señor Saavedra, que fue cuando se construyeron nada menos que 300 centros escolares porque en aquel momento o eran insuficientes o los existentes estaban completamente masificados. Se les dotó de medios y personal cualificado y se dieron pautas organizativas la actividad docente, para poner a la educación en el lugar prioritario que se merece.

Después empezó a retroceder cada vez más, especialmente con unos gobiernos que se llamaban “nacionalistas”, hasta colocarnos en el puesto tan negativo que hoy padecemos. Falta de medios, falta de estímulos y de autoridad para los profesores y directores, agresividad por parte de padres e incluso alumnos, falta de reciclajes y renovación pedagógica en el profesorado, agravado por los constantes cambios de sistemas educativos, han contribuido al desmadre que se observa en la actualidad en el sector educativo. Y nos consta que en este sector existe gente preparada y con vocación, pero las circunstancias les están aburriendo, hasta el punto de llegar en ocasiones a la depresión. En condiciones adversas no se puede trabajar. Si a eso añadimos el hecho de que en general, la población no considera hoy prioritaria la educación y de que no existen un consenso entre padres, Administración, sindicatos y docentes para sacar esta cuestión adelante, nos encontramos con un fracaso escolar que trasciende más allá de nuestras fronteras.

No es culpa de nadie y es culpa de todos. Uno de los fallos, dentro del fracaso de esa educación, se encuentra en la lectura. Resulta que los escolares canarios llegan al bachillerato y a la universidad, incluso, sin saber interpretar lo que leen. Todo esto es consecuencia, por una parte, de la falta de hábitos lectores en los propios domicilios de los escolares, y por otro lado, carencia de una persistente metodología en los centros escolares e institutos encaminados a crear ese hábito lector que debe durar todas la vida, a comentar, a interpretar o a redactar y ampliar el vocabulario del alumno. Pero la cuestión se agrava si tenemos en cuenta que se abusa, por parte de niños y jóvenes, de una televisión que enseña bien poco (sino todo lo contrario), de las consolas y de los videojuegos, en perjuicio de un tiempo que se debería dedicar a leer o culturizarse.

En definitiva: se lee poco y eso es malo porque no estimula la imaginación, no nos ayuda a ser críticos; no nos ayuda a poseer un gran vocabulario y pensar por nosotros mismos, ni a enriquecer nuestra cultura.. Yo siempre he mantenido que los pueblos cultos saben siempre salir adelante.

José M. Balbuena Castellano

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