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De la pandemia se sale pedaleando

Hugo de Armas / Luis Prieto

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El coronavirus ha sido nuestra mayor crisis global desde la Segunda Guerra Mundial pero también nuestra mayor oportunidad. El parón al que nos hemos visto obligados nos ha permitido ver el daño que nuestra actividad provoca en el planeta, así como adoptar nuevas costumbres para reducirlo.

Junto con el del teletrabajo, el uso de la bicicleta ha sido uno de los descubrimientos de la pandemia. Según un informe del semanario The Economist, el número de kilómetros pedaleados, las bicicletas vendidas, y el uso de bicis compartidas han aumentado en casi todas las grandes ciudades de Estados Unidos y Europa del Norte. Buenas noticias para el planeta, teniendo en cuenta que, en un país como España, el 24% de las emisiones de CO2 tiene que ver con el transporte terrestre.

Parte del cambio ha venido de los propios ciudadanos, con mayor rechazo al transporte público por un posible contagio, pero la intervención de las autoridades ha sido fundamental. El gobierno italiano ha ofrecido reembolsos del 60% para la compra de bicis; en Bogotá, Nueva York, Milán y Berlín se han reservado tramos de asfalto para el uso exclusivo de las bicis; y en Francia el gobierno ha anunciado un plan de 60 millones de euros para fomentar la bicicleta como medio de transporte ampliando carriles, apoyando a las tiendas y subvencionando programas de compra de bicis por parte de las empresas.

Es imposible mirar a Canarias sin sentir que el archipiélago se está quedando atrás, con la excepción de Las Palmas, que ya ha programado un aumento en la red de carriles bici y de carriles segregados para guaguas y taxis; y en menor medida también la de La Laguna, gracias a sus medidas de urbanismo táctico en la calle Heraclio Sánchez y la avenida de Los Majuelos.

Pero la bicicleta en Canarias sigue siendo percibida como un juguete o como un instrumento para hacer deporte, y no como un medio de transporte que en ciudades de mucho peor clima como Amsterdam, Londres o Copenhague usan hasta los ancianos de 70 años. Y con la llegada de la bicicleta eléctrica, el obstáculo de la orografía en las islas ha dejado de ser excusa.

Para cambiar esta percepción y extender el uso de la bicicleta habría que comenzar ya con la construcción de carriles bus-VAO entre las principales ciudades de las islas, facilitar el acceso de las bicis a la guagua, y reducir a 30 kilómetros por hora la velocidad máxima en los cascos urbanos. Como La Laguna ha demostrado desde su peatonalización, las calles más seguras y tranquilas invitan a pasear, a hacer deporte y a hacer las compras del día a día caminando.

No son los únicos beneficios posibles. Iniciativas de apoyo al comercio local como Canarias Reparte o ¡El comercio nuestro de cada día! necesitan redes de transporte llamadas de última milla que hoy no existen. En los próximos años y solo en la isla de Tenerife se podrían crear miles de puestos de trabajo vinculados a ese transporte ligero con bicis de carga y cuadriciclos eléctricos.

Por último, el cicloturismo, una de las actividades con más potencial en las islas. El que elige “pedalear” como su forma de hacer turismo deja mucho más dinero que el turista de pulsera en los grandes complejos. Desarrollarse como un destino para el cicloturismo es esencial para conectar al archipiélago en la gran red ciclista europea, “Eurovelo”.

Hoy es el día de la bicicleta. Por eso, nuestro último consejo es que cojas una y salgas a dar una vuelta. Como decía Gabriel Celaya acerca de la poesía, la bici es un herramienta cargada de futuro. Tu salud, la de nuestras ciudades y la del planeta te lo van a agradecer.

Hugo de Armas Estévez, coordinador de la mesa de la movilidad sostenible de Tenerife

Luis Prieto Gómez, presidente de la asociación Tenerife por la Bicicleta

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