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La privatización del bienestar

Thalía Rodríguez / Thalía Rodríguez

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Uno de los debates que tenemos sobre la mesa es la implantación o no del llamado copago sanitario. Al que hay que unir la criba que están llevando a cabo las comunidades autónomas a la sanidad pública. Los recortes en los presupuestos desde hace unos años para acá suman millones de euros, con lo que eso acarrea a los profesionales que trabajan en el sector. Las comunidades autónomas tienen una deuda aberrante en sanidad y ya han comenzado a hablar sobre posibles medidas para subsanar la deuda. Para ello han utilizado toda clase de eufemismos.

Cataluña quiere establecer un “tique moderador” y cobrar por receta para poner fin a lo que ellos denominan un uso excesivo de la sanidad. En Galicia ya han anunciado que cobrarán por el uso irresponsable de los recursos sanitarios y, como no podía ser de otra manera, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha optado por revisar el porcentaje que se paga por los fármacos financiados para que se tenga en cuenta en la renta.

Ninguna de estas medidas contiene la palabra “copago”, pero todas implican que los ciudadanos tienen que abonar alguna cantidad para utilizar los recursos sanitarios. Moderar, uso excesivo, uso irresponsable, rentas? muy bien. Pero ¿Quién se hará cargo de decidir qué es un uso excesivo o irresponsable? O ¿Cómo se van a baremar las rentas para saber cuánto tienen que pagar los ciudadanos?

Ahí no queda la cosa, a todo esto, las comunidades autónomas no tienen competencias en este sector. De adoptarse alguna de estas medidas debe ser en toda España.

Y ¿quiénes van a dejar de ir al médico o de comprar un medicamento? Las personas con pocos recursos y menos formación. Y ¿Qué conseguirán con esto? Que aumenten los seguros privados. Desde hace unos meses en Italia existe el copago. El Gobierno elevó las tasas sanitarias y los ciudadanos han optado por hacerse seguros privados porque es más rápido y conlleva un gasto similar o menor.

Es cierto que la deuda aumenta a diario y que la situación es complicada, pero no permitamos que se continúe pisoteando a la sanidad pública de esta manera.

Si seguimos por este camino dentro de unos años llegaremos al sistema norteamericano donde la sanidad es un negocio. En el país de las libertades, 50 millones de personas no tienen seguro médico, porque no pueden pagarlo. Hay gente mayor, que debería estar jubilada, trabajando en restaurantes de comida rápida para poder comprarse sus medicinas. Por no hablar de toda clase de aberraciones que cometen los seguros privados con sus clientes.

No seamos como ellos. No les copiemos. No al sueño americano. No a la privatización de la sanidad.

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