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Las realidades de las 3.000

Juan Manuel Gabella González

La Diputada representante de Coalición Canaria en el Congreso de los Diputados, Ana Oramas, ha mostrado de forma evidente la cara ideológica de su formación política, ultraconservadora, clasista y elitista, de los que miran por encima del hombro al resto de mortales, con ese gesto típico de quien se cree superior.

La desafortunada comparación que Ana Oramas introdujo en el debate de los presupuestos generales del Estado, evidencia un claro desconocimiento de las famosas 3.000 viviendas de Sevilla, y pone de manifiesto que lo único que busca Coalición Canaria es la bronca, por la bronca, y lo hace porque piensa que el enfrentamiento con Madrid le reportará más votos en las próximas elecciones.

Los que conocemos las 3.000 viviendas de Sevilla, sabemos que en este barrio conviven muchas realidades, algunas más censurables que otras, pero en gran medida muy honradas y humildes.

Las 3.000 viviendas, es evidente, han tenido un efecto muy negativo en algunos barrios de Sevilla, sobre todo en los mas cercanos a este núcleo de viviendas, La Barriada de la Oliva, Las Letanías, Sidero Minero, la barriada de Taxistas San Cristobal, y alguno más. Este efecto negativo, al que me refiero y es el que más ha trascendido, es el derivado del tráfico de drogas, y la delincuencia que lleva aparejada.

Pero si arañamos un poco más la superficie, cosa que no parece que le interese mucho a la Sra. Diputada Ana Oramas, podemos conocer la realidad de muchas familias. Si nos adentramos por la Avenida de las Letanías, en dirección al Instituto Antonio Domínguez Ortiz, camino que recorría con mi hermana todas las mañanas, al igual que muchos otros jóvenes de la zona, comprobamos como en un entorno tan hostil, hay padres que a pesar de vivir rodeados de delincuencia, entendían que la formación de sus hijos era la mejor herramienta para que estos progresaran y pudieran tener acceso a más y mejores oportunidades para su futuro.

Los que compartíamos esta otra realidad, veíamos cómo compañeros tenían que ausentarse de las clases para ir al mercadillo a ayudar a sus familias, y cómo el resto les pasábamos los apuntes para poder afrontar los exámenes. Es en la adversidad donde despuntan con más intensidad, la solidaridad, el compañerismo, la tolerancia y el respeto, valores que personas como la Sra. Diputada se llenan la boca, pero que son incapaces de reconocerlos cuando los tienen delante de sus narices.

En las Tres mil viviendas es cierto que el paro y el analfabetismo se ceban con los vecinos que allí residen, pero el esfuerzo que estos realizan para seguir adelante, en un entorno tan hostil, es digno de alabanza. Por eso, quiero aprovechar para recordar el artículo que publicó El País en julio de 2015, en el que explicaba como una madre de 67 años y su hijo en paro, estaban colaborando con la Universidad de Sevilla, para crear huertos y criaderos de peces para producir comida y auto empleo. “No hay ningún proyecto parecido que utilice con carácter social este sistema, que ya de por sí es bastante único. Es muy original. Solo lo desarrollan algunas personas de forma individual y empresas muy contadas”, aseguraba en aquella entrevista Morris Villaroel, ingeniero y coordinador del proyecto acuapónico europeo de Cooperación en Ciencia y Tecnología COST. Y qué es lo que hace Soledad Nieto, que es como se llama esta señora, repartir lo que produce entre sus vecinos del barrio.

Insisto, es en la adversidad donde despuntan con más intensidad, la solidaridad, el compañerismo, la tolerancia y el respeto.

En las Tres Mil Viviendas, también hay autónomos, comerciantes y empresarios, tiendas de barrio de los de toda la vida, que día tras día se levantan, y van a trabajar en un entorno difícil por culpa de quienes ven en la pobreza y en la necesidad una oportunidad para ganar dinero a costa de destrozar familias. Y esta es otra de las realidades de las tres mil viviendas.

Utilizar a las personas que viven en las tres mil viviendas, para atacar y desprestigiar el discurso de una ministra, pone en evidencia la escasa talla moral de quien tiene el honor de representar a una parte de los ciudadanos de Canarias, pero peor resulta conocer la excusa de la Sra. Diputada, pues después de despreciar a los vecinos de un barrio humilde de Sevilla, que decide insultar la inteligencia de todos con sus declaraciones en Radio Club Tenerife.

Le invitaría a que se diese un paseo por los diferentes barrios que conforman las Tres Mil viviendas, aunque sería perder el tiempo, ya que usted Sra. Diputada sería incapaz de reconocer la solidaridad, el compañerismo, y el respeto que practican la buena gente y humilde que vive en las tres mil.

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