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La recuperación de unos pocos

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A principios de octubre los medios de comunicación se hacían eco de que distintos sondeos y otros datos recabados en el entorno del PP apuntaban su hundimiento en la intención de votos. Los presupuestos, cuestionados a diestra y siniestra, el varapalo a las pensiones, el caso Bárcenas, las cifras del paro, el empobrecimiento de la población y la crisis catalana, entre otros asuntos, precipitaban una caída que se ha traducido en la pérdida de doce puntos de apoyo electoral en apenas año y medio. Las alarmas empezaron a sonar con estruendo y pronto se sacaron de la manga una nueva campaña de propaganda mediática de “brotes verdes” para intentar frenar el derrumbe que se les venía encima y la pérdida de popularidad y aceptación. Y eso que la que nos endilgaron el pasado abril, cuando De Guindos nos decía que “el futuro se presenta mejor que hace un año”, apenas les dio resultado.

Como por arte de magia, los titulares de los periódicos, los tertulianos en masa, las radios y las televisiones, empiezan a trasladarnos la idea de que España abandona la recesión con el aval de los inversores internacionales. La propaganda mediática insiste en vendernos un récord en la llegada de turistas, el aumento de las exportaciones, un superávit en la balanza exterior, la contención de la inflación? El crecimiento de la economía en un 0,1% les da pie a apoyar la afirmación de Montoro de que “no solo hay luz al final del túnel sino que se atisba la salida del túnel de la crisis económica de España”.

El Gobierno, paralelamente, no duda en acudir a la mentira más cruel e insensible para decirnos, a través de la vicepresidenta, que 520.000 personas cobran el paro y trabajan fraudulentamente o por medio de Montoro que los salarios no han bajado en el país. En fin, que la cosa no está tan mal. Pero era tan flagrante la falsedad que los dos tuvieron que desdecirse. Al tiempo no dudaron en sumarse a la mascarada los que más se están beneficiando de esta crisis: así aparece Emilio Botín anunciando ganancias millonarias para su banco y un cambio “drástico” que está “haciendo llegar dinero por todas partes”. Y no se queda a la zaga César Alierta, presidente del Consejo Empresarial para la Competitividad y de Telefónica que nos habla de un país de fábula, “el mejor situado del mundo, y con las bases más sólidas para un futuro muy importante”, aunque, eso sí, es preciso seguir “con la agenda reformista”. Pura felonía.

Pronto se alzan voces cuestionando tanta alharaca. El gobernador del Banco de España advierte que el crecimiento del 0,1% “no es para lanzar campanas al vuelo, ni garantiza la recuperación” y el FMI afirma que la economía apenas crecerá en un 2% y que, cómo no, “se deberán seguir recortando los salarios y realizando mejoras en la productividad” (la traducción es más trabajo y menos sueldo). Y lo hace también el presidente del Eurogrupo, el ¡socialdemócrata! Jeroen Dijsselbloem, que nos pide trabajar “todavía más tiempo y más duro” para salir de la crisis. Los mismos medios que participan en la campaña les entra un poquito de pudor y empiezan a aclararnos, como si no se percibiera, que la recuperación todavía no se notará en la calle. Que eso es harina de otro costal.

Como apunta Joaquín Estefanía, “han actualizado el lema de que una buena noticia, aunque sea falsa nos conviene” y por eso, hace unos días, Cristóbal Montoro volvía a salir en El País afirmando que “la gente empieza a notar la recuperación”. Pero la realidad es tercamente más sincera. Apabullantemente más veraz.

Y nos dice que el endeudamiento del Estado creció en 369.184 millones de euros desde las políticas de ajuste de 2010. Que la deuda pública española es la tercera de Europa que más crece. Que se está produciendo un traspaso de la deuda privada (a principios de la crisis era un 83% del total) a la pública. Que en el último año, según Gay de Liébana, los ciudadanos han visto incrementar la presión fiscal sobre ellos en 30.000 millones y que la recuperación del sector bancario ha costado 246.441 millones de euros, el 25 % del PIB español. Que más de 90.000 millones se evaporan del país cada año por la evasión fiscal. Que el 99% de las empresas del Ibex tienen fondos en paraísos fiscales. Que en el último año han cerrado 400.000 pymes. Que España está a la cabeza de Europa en desigualdad. Que el Estado de bienestar ha sufrido en su conjunto un hachazo de más de 20.000 millones de euros. Que la educación, la sanidad, los servicios sociales no solo han sufrido recortes, privatizaciones, copagos, etc., sino una regresión ideológica brutal.

Que los ciudadanos que peor lo están pasando son abandonados al albur de programas baratos de caridad de la televisión pública o a la labor ingente de onegés. Que las pensiones sufrirán un recorte de 33.000 millones de aquí al 2022. Que siguen habiendo casi seis millones de parados y que los contratos nuevos son más precarios (las horas extras ya no se pagan y las bajas no se piden) y en un tercio temporales y a tiempo parcial. Que el número de dependientes atendidos se ha reducido en 15.000 a lo largo de este año. Que el gasto del Estado por habitante se ha desplomado a la mitad en los últimos cuatro años. Que los sueldos siguen cayendo y la sociedad empobreciéndose mientras los ricos aumentan en un 13%. Que tres millones de españoles malviven con 307 euros al mes. Que la red básica de Servicios Sociales se ha recortado en un 65%.

Que tres millones de españoles padecen pobreza severa. Que el 20% de los hogares ingresan menos de 14.700 euros, el límite del umbral de la pobreza en la que se encuentran doce millones de personas. Que 600.000 hogares no perciben ningún tipo de ingresos. Que cada tres minutos un niño cae en la pobreza. Que casi dos millones de jóvenes menores de 16 años padecen malnutrición. Que los jóvenes en paro, más de un 60%, se tienen que ir del país. Que los desahucios y ejecuciones hipotecarias ya han sobrepasado el medio millón de casos? Una letanía de dolor y empobrecimiento que el Gobierno nos vende como recuperación.

Algún día vendrán de verdad los brotes verdes y mejoraremos las cuentas pero nos daremos de bruces con un déficit democrático muy difícil de recuperar. Despertaremos de este mal sueño pero nos daremos cuenta de que los que nos iban a sacar de la crisis y a librar de la corrupción nos han engañado impunemente. Que la justicia social será un cuento para dormir a los nietos por los abuelos que vivieron la Transición. Que los primeros que han sufrido lo peor de la crisis serán los últimos en recuperarse. Que los trabajos serán baratos, precarios, sin sindicatos y con derechos laborales mínimos. Que se habrá privatizado lo poco público que nos queda. Que la educación y la sanidad (deterioradas y frágiles) ya no serán universales y gratuitas. Que se habrán quebrado los instrumentos que garanticen la equidad y la igualdad. Que la competitividad no la alcanzaremos por la I+D+i sino por los salarios más bajos.

Que la Justicia solo estará al servicio de los que se la puedan pagar. Que las restricciones a los derechos fundamentales y las libertades serán brutales. Que la política más servil habrá entregado el Estado y la administración de lo poco público que quede a poderes económicos que no hemos elegido. Que habremos retornado a un país centralizado y con las autonomías y los ayuntamientos reducidos a la mínima expresión. Y lo peor es que nos habrán ganado la guerra sin haber participado en ninguna batalla. Que habremos entregado la plaza sin resistencia.

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