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Sobre los rescoldos, lecciones aprendidas y otras reflexiones

Carlos Castañosa

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Tras la enorme catástrofe por el devastador incendio sufrido en Gran Canaria, ya en vías de su extinción total, queda el consuelo de los componentes positivos que han suavizado la desgracia y ayudan a compensar la frustración de lo inevitable y la tristeza compartida con los afectados directos.

La más importante consideración es que no hay muertos a pesar de la magnitud del desastre. Significa que los mecanismos de Protección Civil han funcionado con la eficacia requerida en situación extrema. Los desalojos preventivos, organizados de acuerdo con circunstancias críticas, han cumplido con éxito el objetivo fundamental de la operación.

Las maniobras aéreas y terrestres, desarrolladas con la seguridad imperativa para evitar incidentes, han dado muestra de capacidad técnica y entidad profesional para proteger de riesgo a todas las personas implicadas en la ardua lucha contra el fuego.

Otro elemento reseñable es la solidaridad generalizada del pueblo llano en favor de los damnificados. No es novedad ni gesto extraordinario que cuando sucede alguna desgracia colectiva, la ciudadanía canaria se moviliza sin reservas en ayuda de los vecinos perjudicados. El principio de hermandad se manifiesta como elemento congénito en los habitantes de esta privilegiada tierra cuando surge la adversidad. Y así se ha demostrado una vez más.

Son valiosos los gestos de agradecimiento hacia quienes han aportado sus conocimientos técnicos, habilidades, experiencia y alardes de valor para alcanzar el éxito y la victoria final en un esfuerzo común con todos los condicionantes adversos. (La justa correspondencia ha sido la gratitud de los heroicos batalladores por el reconocimiento público a su gran labor; según se ha desplegado en masivos testimonios de redes sociales).

Mención especial merece el Jefe de Emergencias del Cabildo de Gran Canaria, Don Federico Grillo, pues su actuación ha sido, y sigue siendo, absolutamente encomiable y digna de admiración, por los resultados y por su actitud de mesura ante el conocimiento del grave problema al que se enfrentaba. La responsabilidad asumida con sentido práctico y la salud de sus criterios completan los elementos que han determinado el éxito de una gestión ejemplar y ejemplarizante.

También positivas se ofrecen las voces que claman por la prevención. Aumentan cada día los titulares, imágenes y comentarios que abogan por la limpieza del paisaje, la retirada de maleza, rescate del pastoreo antiguo y recogida de pinocha como se practicaba en un pasado no demasiado lejano. Potenciales combustibles que en condiciones de elevadas temperaturas, sequía persistente y vientos de intensidad inoportuna, como así ha sucedido, ante cualquier detalle insignificante como una simple chispa, pueden desencadenar la debacle. Es aleccionador, esperemos que con la consistencia suficiente, el tópico de que “los incendios del verano se apagan durante el invierno previo”. Es importante todo esfuerzo preventivo y cuantas medidas oficiales se apliquen a mitigar las acumulaciones de materia inflamable en zonas sensibles a la combustión.

También se han alzado voces autorizadas sobre los medios aéreos a implantar como bases permanentes en el archipiélago a título preventivo. Ante la polémica suscitada por la conveniencia o no de hidroaviones basados aquí, el testimonio al respecto del antes aludido Sr. Grillo debe darla por zanjada por bien explicada, con conocimiento técnico suficiente y criterios razonados con el debido sentido común. Suscribimos punto por punto lo expuesto en su declaración sobre la conveniencia de aumentar los efectivos aéreos en las islas durante los meses de época estival. Pero prioridad absoluta a los helicópteros por cuestiones de operatividad.

Ya se explicó aquí que los aviones son eficaces en extinción de incendios producidos en terreno llano o en zonas próximas a las cumbres. No en laderas, valles ni mucho menos en barrancos. Los helicópteros pequeños, cargan menos agua pero pueden lanzarla con mayor precisión y más próximos al punto exacto adecuado. Su maniobrabilidad permite multiplicar el número de intervenciones continuas de carga y descarga, para compensar con creces la operatividad del hidro en territorio abrupto como el de nuestra majestuosa e inevitable orografía.

Un helicóptero grande como el Kamov, fabricado en principio como bombardero ruso; modificado para contraincendios, puede cargar cerca de 5000 L.; equiparable a los hidroaviones. No estarían mal un par de ellos instalados aquí de junio a octubre, como parte de una flota de los otros aparatos más pequeños habituales en el GES canario, “Grupo de Emergencias y Salvamento”, cuya versatilidad les permite actuar en misiones variadas, tales como atención de emergencias, protección civil y vigilancia; realizar búsqueda de personas desaparecidas, rescate de personas atrapadas, localización y extinción de incendios forestales, atención de emergencias en el mar; atención y evacuación de personas enfermas y accidentadas, entre otras actuaciones. Los helicópteros del GES pueden ser medicalizados para el traslado de enfermos.

En fin, que si los Kamov resultan demasiado caros, con duplicar la flota del GES durante los meses de verano estaríamos suficientemente servidos, atendidos y protegidos.

Este artículo ha sido publicado en www.elrincondelbonzo.blogspot.com

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