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El ridículo

Francisco Pomares

Después de tres años de continuado espectáculo gallero entre el ministro Soria y el presidente del Gobierno, el anuncio de Repsol de que le ponen el tapón a la sandía y se marchan a buscar a Angola resulta un jarro de agua fría. Tanto que los hay como Mario Cabrera, presidente beligerante del Cabildo majorero, que en vez de alegrarse de que se vaya el coco, cree que se van para volver después de junio, sólo para darle al PP unas elecciones tranquilas. Jesús, María y José! Del ecologismo a la conspiranoia y tiro porque me toca.

No sabemos –aún- que es exactamente lo que no ha encontrado Repsol allá abajo. Lo que si sabemos es que con los yankis frakeando como locos y el barril de crudo a 50 dólares, para que una petrolera se decida a explotar un pozo en alta mar, la bolsa tenía que ser muy grande y de mucha calidad. Puede que Repsol se plantee algún día volver a quitar el tapón, si los precios de petróleo y gas o las inversiones necesarias para la extracción cambian. Pero ese no es el caso. De momento se van. Y nos dejan sumidos en una chocante percepción de ridículo absoluto, rozando el coma político. Porque no se van solos: se llevan con ellos las promesas de millones de barriles, miles de puestos de trabajo, ingresos multimillonarios y jaujas diversos. Alguien vendió desde el Ministerio una vaca para ordeñe sin comprobar antes si estaba seca. Soria quería ser el ministro que trajo el petróleo, y se le recordará como el ministro que no lo trajo.

En cuanto a su partenaire local, ese señor que incendió su Presidencia para evitar que el maná arruinara a las islas y empichara su “modelo de desarrollo medioambiental y turístico”, pues decirle que el ridículo es mutuo. Tres años de parálisis gubernamental, de políticas centradas casi exclusivamente en el rechazo a las prospecciones, de estrategias rupturistas, proclamas anticoloniales, cartas rogatorias y amenazas sin cuento, volatilizadas por una escueta nota de prensa de Brufau. Malempleadito Gobierno de Canarias, con una región paralizada por la crisis y agotada en la desigualdad social, que ha malgastado la legislatura sin resolver ninguno de los verdaderos problemas, porque al señor Rivero le convenía un enemigo común con Mario Cabrera y los otros barones insulares de oriente, para consolidar una candidatura finalmente también pinchada, de la que ya no manara nada de nada.

Estos son nuestros gallos, esta nuestra gallera. Penita da.

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