La crisis del tripartidismo

En España no sólo hay bipartidismo, existe el tripartidismo representado por la Monarquía, el Partido Popular, y el Partido Socialista (obrero) Español. El tripartidismo es un cáncer que corroe a España y que nace en la Zarzuela, se extiende por la Moncloa, y continúa en la calle Génova y termina en Ferraz. Esto entronca con la presunta (ojo, tengo que poner presunta) corrupción de la Monarquía, el Partido Popular y el Partido Socialista, si bien no es generalizada, si alcanza a muchos miembros de estas tres instituciones tan importantes en el Estado. No voy ahora a recordarles toda la bazofia del Instituto Noos y la empresa Aizoon, propiedad de Cristina Borbón y de su marido Iñaki Urdangarín, y también voy a pasar por encima de Gürtel (Partido Popular) y de los EREs de Andalucía (Partido Socialista), porque me supongo a los amables lectores hartos de las trapisondas de todos estos personajillos que enfangan a España. No voy tampoco a alargarme en las últimas noticias deplorables que vienen de Galicia y que afectan al PP y PSOE, con los casos Pokemon, Carioca, Campeón, Orquesta y Patos, y la pieza separada de Pokemon denominada Pikachu, que afecta sólo a A Coruña. El Fiscal Anticorrupción de Galicia, Carlos Varela, ha declarado públicamente que en su trabajo de investigación tropieza permanentemente con la falta de colaboración de Alberto Nuñez Feijoo, líder del partido Popular y presidente de Galicia, y de Xose Ramón Gómez Besteiro, que se limitan a condenar la corrupción de sus militantes y cargos públicos de palabra, pero que no hacen nada para erradicar el mal, la pestilencia que corre por Gobierno, Diputaciones y numerosos ayuntamientos de Galicia.

El tripartidismo está en plena crisis en España. Cada vez es mayor el sentimiento republicano, y ahora hay menos miedo a la palabra república. Hay que recordar a los más jóvenes, que durante la dictadura había expresiones incluso de los profesores falangistas cuando había alguna algarabía en clase como “¡esto se parece a una república!”, que parece una nimiedad pero que sublinalmente ha calado en mi generación hasta el fondo del cerebro. Pero ahora mismo la monarquía de Juan Carlos Borbón está en plena crisis de identidad, y en la última encuesta sobre el tema los jóvenes entre 18 y 40 años se inclinaban por este sistema de gobierno en un 55 por ciento de las intenciones.

En lo que se refiere al Partido Popular y al PSOE, el pinchazo es evidente, más en los “populares”, pero el partido que todavía dirige Rubalcaba no acaba de despegar. Ha vuelto el PSOE, dicen ufanos, pero no han vuelto los votos. Y es que el pueblo se da cada vez más cuenta que el bipartidismo típico en los países europeos se basa en una aparente oposición de izquierdas y derechas, pero las políticas económicas de “progresistas” y “conservadores” durante los últimos cuarenta años han estado dirigidas fundamentalmente a fomentar la desregulación de las finanzas, reducir la presión impositiva sobre los ricos y aumentarlas a los pobres y precarizar las condiciones de trabajo, y por supuesto desvestir y poner al desnudo y en carne viva al estado de bienestar.

A todas estas quienes crecen ahora mismo a nivel del estado son Izquierda Unida, (IU), Unidad Progreso y Democracia (UyPD), y los nacionalistas Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), y Partido Nacionalista Vasco (PNV), y las marcas de Herri Batasuna en Euskadi, Bildu, Sortu y Amaiur, que anda casi empatada con PNV en intención de votos.

Y a ver qué pasa en Canarias con el Frente Amplio, con la unidad de la izquierda, que Izquierda Unida sola perdería fuerza, que muchos chiringuitos desperdigados harían poca cosa. Hace falta una gran carpa

en donde estén cómodos todos esos chiringuitos. A ver...