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Un verano “contaminado”

Beatriz Correas

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¿Alguno de ustedes no ha oído hablar de las microalgas? Esta ha sido la noticia del verano, la invasión en nuestras costas de esos “bichillos” y en los que nadie se ponía de acuerdo en su origen: algunos defendían que se debía al calentamiento de nuestras aguas, insignes científicos israelitas decían que era debido a los vertidos, el Gobierno que no, y los no menos insignes científicos de la ULPGC defendían que los vertidos no eran la causa... En fin, un gran número de noticias contradictorias que nos ha tenido en un sinvivir este verano. ¿Me baño en la playa o no me baño? ¿Podré enfermar si me rozo con las microalgas? ¿Me contaminaré?

Algo bueno podemos sacar de esto. Independientemente de que los vertidos tengan que ver, o no, con las microalgas, sí se ha destapado un problema gravísimo en Canarias: que los vertidos existen, que no todo el agua que llega a nuestro mar está depurada, que todos los canarios ya somos conscientes de lo que algunos venimos denunciando. Nos estamos cargando nuestro paraíso y nuestra mayor fuente de ingreso, el turismo. Y por un motivo muy claro: por no cuidar nuestro litoral y anteponer los beneficios de unos pocos a los de todos los que vivimos aquí.

Voy a centrarme en lo que conozco, Las Palmas de Gran Canaria, que también ha protagonizado noticias alarmantes sobre contaminación. Este ha sido el verano del cierre de playas, El Confital y Las Alcaravaneras, sin que todavía conozcamos los motivos de dicha contaminación, pero creo que todos están de acuerdo en que dicha contaminación proviene de vertidos de aguas fecales y estas bacterias no duran más de 4 horas en el agua. Por lo tanto, si siguen apareciendo, es que los vertidos se siguen produciendo.

Tanto es que la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno canario deniega la autorización al ayuntamiento palmense para los vertidos por el emisario del Teatro. Las razones son muy claras: no se tiene constancia de la titularidad, no tiene arqueta que permita analizar el agua al final del proceso de depuración y no se ha garantizado la reparación que dicho emisario necesita, entre otras. Y esto lo confirma nuestro alcalde que, en recientes declaraciones, dice que “a través del colector se vierte agua residual pretratada”. Pues sí, Sr. Hidalgo, eso son vertidos ilegales que están en fase primaria. Eso mismo es lo que denuncia Medio Ambiente, ya que lo único que puede ir hacia el emisario son aguas que han sido sometidas a un tratamiento secundario. Hay que agradecerle que, aunque me imagino que sin ninguna intención, por una vez no miente. Aunque creo que más por ignorancia en la materia que por propia voluntad.

En fin, tenemos una estación que no está depurando la totalidad del caudal de agua que le llega, pero sí la está enviando al mar.

Esto no es nuevo, ya los informes de la famosa intervención avisaban que no se depura el 100% del agua que va a los emisarios submarinos y así lo avaló el último informe encargado por este tripartito a su personal de confianza.

El alcalde anunció a bombo y platillo la ordenanza municipal sobre vertidos hace un año (28/09/16) y se decía que ya se llevaba varios meses trabajando en ella. ¿Dónde está entonces?

Y, lo que es más, en el IP97 (Informe Propuesta para la gestión de los Servicios Municipales de Saneamiento y Depuración de Aguas Residuales de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria) quedan reflejados los compromisos que Emalsa adquiere sobre control, limpieza, mantenimiento y operaciones de explotación para la gestión del alcantarillado de nuestra ciudad. ¿Y qué tiene que ver esto con los vertidos y la contaminación de nuestras playas? Pues tiene que ver desde el momento que queda demostrado que la contaminación que se encuentra en nuestras playas (enterococos) es por aguas fecales, que sólo pueden venir del sistema de alcantarillado o pozos negros que no están conectados a la red.

¿Y quién se encarga de la red de saneamiento de nuestra ciudad? Sercanarias, la empresa que crearon los socios privados de Emalsa para dicho fin, aunque no tengo muy claro que éste sea el único. Pues Sercanarias tiene graves denuncias ante la inspección de trabajo por la situación de los trabajadores del servicio de saneamiento. Denuncias que van desde la utilización de personal no adscrito al servicio para tareas que ya están estipuladas en el propio contrato con el Ayuntamiento, del grave deterioro de sus instalaciones, sobre todo en el acceso a ellas, poniendo en peligro la seguridad de los trabajadores, hasta el estado en el que se encuentran los vehículos que tienen que conducir y de irregularidades en los listados de trabajadores que han realizado tareas de saneamiento, estando algunos de vacaciones o de baja médica. Además de que el porcentaje de limpieza de nuestra red no llega ni a un 40% de lo que se tiene que limpiar y sobre la falta de control por parte del Ayuntamiento sobre las tareas realizadas. De todas estas irregularidades Emalsa está al tanto y las permite, ya que las instalaciones y la flota las está gestionando la propia compañía.

Esto es lo que denuncian los trabajadores, pero no son los únicos. En esta última semana hemos recibido denuncias de ciudadanos que ven como las aguas fecales se desbordan y corren por las vías. Casos como el de Menéndez y Pelayo, a la altura del parking del Corte Inglés, o el vivido en Schamann.

Y, en el mes de julio, los comerciantes de la calle Sagasta denunciaron plagas de mosquitos y mal olor debido a no se está realizando adecuadamente y de forma periódica el mantenimiento y limpieza del alcantarillado de la zona, afirmando incluso que en ocasiones anteriores han sufrido inundaciones, en periodos de lluvia. Y no nos lo inventamos, existen documentos gráficos que avalan dichas quejas.

Con esta situación que se está viviendo en nuestro municipio no podemos extrañarnos de la contaminación de nuestras playas. Emalsa dice que no hay roturas en la red de alcantarillado, pero cuando vemos esas aguas fecales que desbordan las alcantarillas (taponadas por la falta de limpieza y por los vertidos que no están regulados en ninguna ordenanza ni sancionados) y corren por las vías, nos preguntamos hasta dónde llega, por dónde se filtran y si llegarán a nuestro litoral.

En fin, señores, yo, que pertenezco a la generación de los 80, este verano no he dejado de acordarme de uno de los grupos de aquella movida madrileña que tanto nos hicieron bailar: Los Toreros Muertos y su canción Mi agüita amarilla. Sean felices, no dejen de intentarlo.

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