Antonio Alarcó, senador, cirujano y “político por vocación”, confiesa que ese giro prohibido de la Avenida de la Trinidad en su confluencia con la calle Herradores, en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, él lo toma a menudo. Antaño se permitía, y por eso actuaba con total normalidad este lunes pasado cuando, en compañía del consejero del PP en el Cabildo de Tenerife, Guillermo Meca, giró por allí al tiempo que se tomaba un helado que acababan de comprar en la prestigiosa heladería La Golosa, que Alarcó recomienda fervientemente. Como no creía que fuera una infracción probablemente le sorprendió que una patrulla de la Policía Nacional que vio la maniobra le mandara parar. Los jóvenes agentes, recién salidos de la academia de Ávila, avisaron a la Policía Local para que actuara en consecuencia y empapelara al conductor. Y es a partir de ese preciso instante cuando las versiones empiezan a separarse diametralmente, porque mientras que el Senador asegura que todo se desenvolvió con normalidad y cordialidad, otras versiones dan por sentado que el incidente se transformó en una escena de sainete, con el senador increpando a los dos agentes de la Policía Nacional al grito de “ustedes no saben quién soy yo”. Los agentes, verdes como los brotes aquellos, evidentemente no conocían al doctor Alarcó (parece que ahora ya sí) y se limitarían a contestar, según la versión más cabrona, aquello de “un infractor del Código de la Circulación (y no se me ponga usted flamenco)”. Alarcó niega tajantemente haberse identificado como senador del Reino, y en su descargo asegura que eso no lo ha hecho nunca ni lo hará jamás porque “el que presume de cargo es pollaboba”. Y no era por señalar a nadie, lo podemos asegurar quienes lo escuchamos en tan poética aseveración.