El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La caza del zorro
Muchos ríos de tinta corrieron los últimos años en el Reino Unido a cuenta de los intentos de una amplia parte de la sociedad británica de prohibir la caza del zorro. Una tradición, la de la caza del zorro (y la de la movilización ciudadana también) muy extendida, consistente en un guateque de considerables dimensiones en el que, además de muchas otras actividades paralelas, el personal se dedica a la tarea de dar caza al mencionado animalito de Dios. Canarias siempre ha tenido mucha tradición inglesa, la tuvo especialmente Gran Canaria hace siglo y pico -casi dos- y la tiene ahora Tenerife, pero más hacia el Sur y de otra naturaleza. Gracias a los ingleses tuvimos muy pronto el golf, los hoteles, los edificios Elder y Miller y los calcetines amarillos y a cuadros. Nunca tuvimos caza del zorro porque entonces no era animal endémico. Pero nunca es tarde cuando la dicha es buena, debe haberse dicho ante el espejo una mañana temprano el presidente de la Confederación Canaria de Empresarios, Tony Rivero, y a tal menester se ha puesto. No sabemos todavía si por generación espontánea y hasta la cintita de la gorra de las provocaciones, ninguneos, desprecios y puenteos, o sencillamente porque los dueños de los caballos, las escopetas, las casacas rojas y los sabuesos han decidido que hasta ahí han llegado y que el experimento ha salido mal.
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