Como les decimos, los dueños de la UD se han conjurado para no soltar una sola acción hasta que alguien les ponga negro sobre blanco que el club amarillo se llevará parte del sabrosón queque al que dará paso el Estadio Insular. Por más que los actuales consejeros les insisten en que Angulo ya ha dado “diez pasos atrás”, ellos dicen que menos baile y piden un taconazo marcial. Al actual consejo ya le han dicho que no toquen el futuro del Estadio hasta la Junta General de Accionistas que se celebrará en los próximos meses. El repateo alcanza tintes de guerra de guerrillas cuando recuerdan que el Cabildo pretende la compra de Barranco Seco por 3.606.000 de euros (600 millones de pesetas), pero descontando los 160 millones de pesetas que la UD ya ha gastado de los 400 repartidos en cinco años que el Cabildo aprobó en el año 2000 para que el club mejorara las instalaciones del campo de entrenamiento. Se preguntan si es que Angulo no se ha pasado por allí para comprobar que se realizaron las pertinentes obras y si es así, el consejero mejor haría en no extender las rebajas de verano hasta Pío XII. El otro mosqueo lo tienen con La Caja, que se queda con los primeros 150 millones de pesetas de las de antes por la campaña de renovación de abonos. Se preguntan si no sería mejor que la entidad financiera levantara el pie del cuello y se quedara con los 150 últimos. Vendría bien para que las cuestiones importantes (como los fichajes), puedan ir caminando.