Ya le abrieron otra vez al presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna, otra brecha en las cuentas insulares. Ahora ha sido el portavoz de Coalición Canaria, Fernando Bañolas, que le ha preguntado por una factura de 5.800 euros que ha pagado el Cabildo al hotel Santa Catalina por una comida. Sí, por una sola comida, la que el 14 de enero de 2012 celebró el presidente de la Corporación con “ecónomos de las diócesis de España”. Los ecónomos, para que se vayan situando, son los tesoreros (con perdón) de las distintas diócesis que pueblan la geografía hispana, hasta setenta, según hemos podido comprobar en el catálogo correspondiente. Es más que probable que no asistieran todos a ese condumio ofrecido tan gentilmente por Bravo de Laguna, pero si así fuera, cada uno de ellos aprovechó el convite para echarse la sotana por fuera. Porque en tal multitudinario caso, y contando con la presencia de las autoridades locales, cada cubierto habría salido por unos 80 euros, lo que da para más de tres platos, postre y botellita de vino. No es caro el menú del Santa Catalina, lo que conduce automáticamente a pensar que sus eminencias, tan acostumbradas el resto del año a recias costumbres y menesterosos alimentos, aprovecharan la ocasión para ponerse ciegos. Otras disquisiciones nos adentrarían por la senda de la oportunidad del dispendio, o la de aplicar otro tipo de agasajos cuando los invitados sean tantos o tan Carpantas. Por ejemplo, un desayuno en Teror con chorizo del país y un vasito de Nik. Que no se puede predicar y luego meterse esos atracones, ecónomos de doble bolsillo.