Ha pasado una semana desde lo de Grinich y no hemos tenido la fortuna de conocer un nuevo patinazo del ministro José Manuel Soria. Cuando hablamos de patinazo no nos referimos a las medidas que toma el presidente del PP para jeringar a Canarias, medidas que requieren otro tipo de calificativos, sino a esas ya memorables deposiciones verbales (cagadas, dicho poéticamente) que lo han colocado ante los ciudadanos y la prensa generalista como un auténtico patán. En su lugar, el ministro suele enviar a Enrique Hernández Bento, subsecretario de Estado, menos dado a pontificar pero también muy atrevido. Su vocabulario político está muy limitado y es frecuente oírlo emplear el término “disparate” para calificar los posicionamientos de sus adversarios, que él cree enemigos, y entre los que sitúa nada menos que al Gobierno de Canarias, lo que dice bastante de su sensibilidad institucional. Para Bento es “un disparate” equiparar lo que está ocurriendo frente a Castellón en la plataforma Castor con los hipotéticos riesgos (muy hipotéticos a su entender) de una explotación petrolífera frente a las costas canarias. Bento ha dedicado unas cariñosas palabras al Gobierno por considerar que se está dedicando solamente a “meter miedo” a la población con comparaciones como ésa. Veamos: según el Ministerio de Industria, el proyecto Castor estaba en posesión de todos los permisos y había tramitado correctamente las autorizaciones y los estudios de impacto ambiental durante la administración socialista. Los riesgos de que pudiera ocurrir lo que finalmente ha ocurrido (terremotos fuertemente sentidos por la población) fueron reducidos a índices despreciables cuando se autorizó inyectar gas en un viejo pozo petrolífero a casi 1.800 metros de profundidad y a 22 kilómetros de la costa. Los daños sobre el ecosistema empezaremos a conocerlos en breve; ya parecen evidentes los que ha sufrido y tiene pendientes de sufrir la población. Así que un consejo al señor Bento: cuidado con calificar como disparates las alarmas preventivas, que “disparate” llamó Soria a lo dicho por Paulino con los husos horarios y terminó retorciendo el meridiano de Greengwich, también conocido como Grinich.