A ver si se iban a creer ustedes que tener sentados en el consejo de administración de la UD Las Palmas a determinadas personas iba a ser sólo para pegarse un curro del quince, despertar críticas justas e injustas y salir en las fotos tan ricamente. No, alguien de los que se sienta en el consejo ha conseguido implicarse mucho en el puesto, aprender de fútbol, empezar a mirar a los futbolistas por alguna otra virtud distinta a la de sus piernas, y, especialmente, transmitir esa misma pasión, ese fervor por el descubrimiento de lo desconocido, a los propios progenitores. Tanta pasión pone en el cargo, tanto amor por los colores le invaden, que cuando llega a su hogar propio de ella o al hogar materno propio de ella también, es hasta capaz de contagiar a su propia madre. No lo decimos figuradamente: fue la madre de esta persona que se sienta en el consejo de la UD Las Palmas la famosa “empresaria anónima” que aflojó la pasta para que el equipo pudiera desplazarse a El Ejido. No decimos el nombre porque nos sigue molando lo de los enigmas, pero ustedes ya saben que hay dos mujeres que se sientan en el consejo. Piensen en sus madres, pero piensen bien, y llegarán a la respuesta correcta.