Semana decisiva la que afronta en estos momentos la nueva UD Las Palmas, que ha de ultimar su llamativa política de fichajes con la adquisición de “un par de delanteros rompedores” cuya necesidad acabamos de descubrir gracias a alguna celestial aparición de una vírgen andorrana. Veremos si alguno de esos rompedores procede finalmente de Suecia, a donde fue el equipo a ejercitarse y a aprovechar que ese mercado, al igual que el del salmón en la vecina Noruega, presenta en verano muchas oportunidades. Mientras la cosa deportiva camina a su manera, los propietarios del club se reparten los papeles de manera casi natural. Unos tiemplan gaitas porque han recibido cariñosas promesas de que la cosa se va a arreglar y garantías de que, en ausencia de ruido mediático, los acuerdos serán más beneficiosos. Otros, sin embargo, afilan las navajas con esmero y se preparan para el caso de que de aquí al 26 de septiembre nada se arregle. Y lanzan mensajes muy claros, como por ejemplo, el estancamiento que sufre Barranco Seco, para el que se prometieron algunas cosas desde el despacho de Gonzalo Angulo sin que hasta el momento se haya movido un pajullo. Son los defensores de las esencias y el patrimonio de la UD, como a ellos gusta llamar a aspectos tales como el Estadio Insular. Todos se van moviendo a su manera y tomando posiciones. Veremos cuál es el siguiente paso.