Se le rebosan casi todos los calderos que tiene en el fuego el presidente de la UD Las Palmas, Luis González, al que, además de tener que atender tantos frentes, se le acaban los apoyos por su empeño en fiarse tanto de Gonzalo Angulo. Dentro del consejo empiezan los morritos y la insistente pregunta: ¿a dónde vamos a ir a parar sin los apoyos comprometidos?, ¿hay vida inteligente más allá de estas cuatro paredes?, ¿no nos habremos precipitado firmando ese convenio?, ¿nos dejarán a los pies de los caballos finalmente? Los accionistas mayoritarios se encogen de hombros porque ellos también esperan el cumplimiento de los compromisos. Mientras, los líderes de la catarsis, confiados en que los muchachos del consejo están haciendo los deberes, cuentan sus cosas en sus círculos íntimos y los círculos íntimos se van de la lengua cantidad. Nada nuevo bajo el sol, salvo que esas idas de lengua para arriba y esas idas de lengua para abajo, terminan confluyendo inexorablemente en las cosas que aquí les contamos. Sin pelos en la lengua, por cierto. La última viene de un familiar en grado máximo de consanguinidad del inspector Towers, que anda diciendo por ahí que a su hermano le hacen tanto caso por una razón contundente a la par de elegante: “de lo contrario, caen tres del Gobierno”. Y cuando oímos Gobierno, por extrapolación inversa de la economía de medios en el lenguaje del interlocutor podemos entender Gobierno de Canarias o Gobierno de la isla de Gran Canaria. No es cosa farruca, sino la constatación de que los dossieres o presuntos dossieres (conocemos muchos faroles) del inspector hacen pupa.