El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La infinita paciencia de un mago
El rostro de Juan Carlos Valerón era de agobio. No le gustan los focos y se le nota a la legua. Pero qué paciencia, cristiano. Porque este domingo, en Maspalomas, El Palanca tardó casi media hora en recorrer los escasos veinte metros que separaban la salida de los vestuarios del Estadio Municipal en San Fernando de la guagua que debía devolver a la Unión Deportiva Las Palmas al hotel de concentración en la playa de Las Burras. Desbordado estaba el hombre, que apenas daba dos pasos y volvía a firmar una camiseta, un bloc, una hoja arrancada sobre la marcha de otra libreta, o dejarse fotografíar de mil maneras. Está claro que la cosa va en el sueldo y en la condición de futbolista mediático por cómo habla en el campo y las historias de fútbol que ha dejado escritas para siempre, y que cuando se serenen las aguas de otro verano de pretemporada en familia amarilla de campo y playa por esos sures de dios, la vida volverá a correr por cauces más tranquilos entre Las Palmas y El Pajar, pero a más de uno, viendo la avalancha de niños emocionados y grandes también a la caza del ídolo, le vino a la cabeza lo tranquilito que se debe estar en el fútbol de millonarios de Qatar. De momento, Valerón aguanta estoico el chaparrón de multitudes que le sigue allá donde va, como las casi cuatro mil personas que llenaron la grada de Tribuna del Estadio de Maspalomas para ver un partidillo informal contra Las Palmas Atlético. Su vuelta a la isla, sin duda alguna, está suponiendo uno de los grandes acontecimientos deportivos y sociales en años. Y todo un acierto económico, otro de la Unión Deportiva Las Palmas, por el efecto llamada que produce El Flaco a la hora de vender abonos o sus camisetas con el 21. Paciencia, maestro. Y buen tino cuando toque lidiar al toro de la Liga.
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