Como nunca las desgracias vienen solas, para Rabat y con la intención de dejarse ver en esa cumbre también marchó hace unos días el vicepresidente tránsfuga del Cabildo de Gran Canaria, Juan Domínguez, probablemente ante la indisposición de cadera que sufre el presidente, el más viajero de la historia reciente de la Corporación. Por los servicios de prensa adscritos a Domínguez hemos podido confirmar que esta delegación que él encabeza, y en la que se integra en algún momento la que encabeza Cardona (vaya dos cabezas para un caldo de pescado), no se ha enterado todavía de cómo están de avanzadas las relaciones entre Canarias y África, particularmente los países fronterizos, y cuál debe ser el enfoque que debe darse a esos encuentros bilaterales que anuncian estar celebrando en los pasillos de esa cumbre. Porque pretender irse hasta allí a explicar “las potencialidades económicas” de Canarias, a “intercambiar información y compartir estrategias de promoción económica” y a “dar a conocer las singularidades del Archipiélago en cuanto al papel y la importancia de los cabildos como gobiernos insulares” es, sencillamente, no haberse enterado de qué va esto. O tener muchas ganas de viajar y cobrar dietas, que es lo más probable.