Desde el lunes circula de modo frenético por algunos teléfonos móviles una versión muy poco benefactora de ese incidente para el senador Alarcó, versión que es atribuida por algunas fuentes consultadas al alcalde de Los Realejos, Manuel Domínguez, quien habría ordenado a sus muchachos de prensa lanzarla para perjudicar a su compañero de partido, que ya se sabe cómo son de entrañables esos vínculos de siglas. Domínguez, presidente insular del PP en Tenerife, acariciaría la aún inconfesada ambición de ser el número uno al Cabildo en las próximas elecciones y en ese afán se le interpone el conductor del giro prohibido a la derecha (que también son ganas de incordiar la dichosa dirección del giro). Antonio Alarcó desprecia la procedencia de las filtraciones malvadas porque, de ser ciertas las ambiciones de Domínguez, “que me lo diga, que estaré gustoso de dejarle paso”, afirmó. Esa versión realejera incluye unos momentos tensos entre el senador y los dos agentes de la Policía Nacional en el momento en que estos reclamaron la identificación al conductor infractor y éste se les revolvió diciendo que primero se identificara ellos mediante el número de placa. Sería acto seguido cuando el interceptado hizo saber su condición de senador y la imposibilidad de detenerlo, ni siquiera incordiarlo, salvo en comisión de flagrante de delito, lo cual ni era el caso ni se le esperaba. Los agentes, siempre según esta versión, acabaron abriendo diligencias policiales al político conservador por un presunto delito de desobediencia a la autoridad, extremo este que niega Alarcó rotundamente y que otras fuentes oficiosas dan por sentado. Luego llegaría la Policía Local de La Laguna, avisada por los agentes del Cuerpo Nacional de Policía (este dato está confirmado por todas las partes), que extenderían una multa en cuyo importe también existen discrepancias: mientras el senador asegura que sólo fueron 50 euros, fuentes oficiales aseguran que la sanción llega a 200, con una rebaja de la mitad por pronto pago. El senador sí ha reconocido que conducía sin el permiso de conducir pero que no fue multado por esa circunstancia, que sin embargo no constaba en los rumores, dimes, diretes, rinconetes y cortadillos que circulan frenéticamente por los móviles de medio Tenerife.