El mismo equipo de cocina de estas jornadas es el que la noche del miércoles sorprendió a los 325 invitados que se dieron cita en el hotel para agasajar a su propietario, el empresario Juan Padrón, ante su octogésimo cumpleaños. Como diría el cronista, allí se dio cita “el todo Las Palmas”. Hubo mensajes de los Reyes, de Paulino Rivero, de Ángel Ferrera y de José Manuel Soria felicitando al hombre hecho a sí mismo que ni reniega de sus orígenes (invitó a los alcaldes de su Tejeda natal y de su Valleseco de infancia y juventud, y a sus amigos de siempre) ni parece dispuesto a renunciar a seguir batallando. Y un menú, a lo que íbamos, singular. Rescatado de los archivos del Museo de Néstor, el cronista oficial de la ciudad, Juan José Laforet, entregó a José Rojano la lista de platos que se sirvieron en la cena con la que se conmemoró de reapertura del hotel Santa Catalina en 1952, reconstruido a partir de un proyecto del arquitecto Miguel Martín-Fernández de la Torre, tras el incendio que arrasó la construcción inglesa original. La velada, que se alargó hasta bien entrada la madrugada, contó con platos tan sugestivos como blinis de caviar y chaud froid de ave Juanita, rodaballo poché, solomillo en costrón, parfait helado y petite fours. Rojano, como era de esperar, lo bordó. Los admiradores del chef tendrán muy pronto la oportunidad de aprender cocina junto a él porque va a participar en una experiencia que está preparando Jorge Hernández, el cura de Yrichen. Ya les contaremos, porque ésa es otra bonita historia.