Cosas que pasan. Inmerso en su particular cruzada contra el Gobierno de Canarias, al que responsabilizada de la parálisis de inversión, de la burocracia y de que a él se le sequen las palmeras (ese símbolo isleño por antonomasia, anterior incluso a la megabandera de la Fuente Luminosa), al presidente del Cabildo de Gran Canaria se le ha olvidado gobernar. No es en absoluto responsabilidad del Gobierno de Paulino Rivero, ni de la burocracia que su partido coadyuvó a generar durante años de colaboración con CC, la incertidumbre que se cierne sobre el proyecto de parque acuático de los dueños de Loro Parque en la zona de El Veril, San Bartolomé de Tirajana. El expeditivo empresario alemán afincado en Tenerife Wolfgang Kiessling, promotor de la iniciativa, ha salido a la palestra para decir que espera por una llamada de Bravo de Laguna que, desde luego, parece estar tardando en producirse. Enredado en sus campañas de promoción personal, en dar puñetazos en la mesa en secretas y siniestras reuniones con las contratas del Pabellón Multiusos del Mundobasket 2014 o en fulminar el saneamiento económico heredado de su antecesor, el presidente del Cabildo no ha tenido tiempo de dirigirse al Ministerio de Hacienda para que genere una valoración de los suelos de dominio público adscritos a los barrancos sobre los que se quiere instalar Loro Parque muy al modo de Adelson en EuroVegas. No es Kiessling, por lo que sabemos, el único pendiente de que Bravo descuelgue el teléfono.