También debe atribuirse a las prisas por enviar las fotos a La Provincia que no se retocara mínimamente el cada vez más exiguo bigote que luce el señor ministro, que dada la lejanía y cierta falta de enfoque, en la imagen en cuestión aparece demasiado circunscrito al espacio inmediatamente pegado a las fosas nasales, muy al estilo del tal Adolfo, alemán él, últimamente muy invocado por María Dolores de Cospedal para calificar ?como siempre, desafortunadamente- el escracheo a representantes del Partido Popular. También debieron pasar una sesión de Photoshop las rodillas del señor ministro, evidentemente cascadas de tanto hacer footing, una práctica que parece haber aparcado en alguna medida por culpa de sus múltiples ocupaciones, ora saliendo en una foto junto a algún miembro de la Casa Real, ora acudiendo raudo a algún plató televisivo a desplegar sus encantos y su capacidad comunicativa indiscutible. La disminución de sesiones deportivas empieza a pasarle factura en forma de la acentuación de ciertas curvas, lógicas en quien, como él mismo sabe, tiene cierta tendencia al fofismo, entendiendo tal fenómeno como la facilidad con la que la musculatura se vuelve fofa, nunca ?válganos el cielo- a la querencia a las payasadas que hicieron famosos a los hermanos Aragón. Esa ausencia de Photoshop en origen generó que fuera el sentir popular el que se encargara de los retoques de la figura futbolística de José Manuel Soria. La actualidad manda y la mayoría de esos cariñosos apaños fueron referidos al empeño de su excelencia por explotar un posible yacimiento petrolífero en las inmediaciones de las Islas Canarias, empeño que condujo al presidente del Cabildo de Fuerteventura, Mario Cabrera, a proponerlo este mismo martes como empleado del mes de Repsol.