Nada es lo mismo en Mogán desde que quedaron rotas en mil pedazos las relaciones entre su alcalde, Francisco González, y la que fuera su mano derecha, Onalia Bueno, convertida ahora en azote del gobierno del PP desde la oposición con el peligroso apoyo de la Ciuca de Guillermo Reyes (por si faltaba algún garbanzo para el puchero). A la pareja que encabezaba las actuaciones policiales de la operación Góndola sólo le falta intercambiar delaciones ante los juzgados y hacer que todo reviente porque la fase de echar la lengua a paseo por las emisoras de radio y protagonizar arrumacos inverosímiles ya ha empezado. La cosa, además, adquiere tintes surrealistas con la desaparición reciente de dos agendas del señor alcalde sustraídas por alguna mano muy intencionada de su despacho en el casco de Mogán. Ocurrió, por lo que nos cuentan, en septiembre pasado, o al menos fue ese mes cuando Paquirrín las echó en falta y puso el grito en el cielo. La Policía Local ha abierto la oportuna investigación, ha revisado grabaciones de vídeo y ha interrogado a varios trabajadores públicos a ver si alguno las ha cogido o las ha visto salir tan campantes de la alcaldía. Son las agendas correspondientes a los años 2005 y 2006, justo en el bollo del cogollo del meollo de los hechos investigados en la operación Góndola, pero deben carecer de importancia porque no fueron intervenidas por la Policía Nacional en aquel famoso registro en el que se detectó que alguien le había dado el chivatazo a Paquirrín para que pasara un paño con Pronto de Johnson por la mesa.