El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Sentencias y dilaciones (indebidas)
Ya ni siquiera es noticia que la profesión periodística vive sus peores momentos. Dicen las encuestas que no somos muy creíbles, que hemos perdido gancho y credibilidad, y que para lo que hacemos y representamos, mejor nos dedicamos a cantar en el metro como ese periodista en paro que entonaba, ukelele en mano, su currículo y sus méritos. La crisis económica se ha llevado por delante el empleo de casi 30.000 periodistas españoles, y ha dejado a los que aún conservan su trabajo con el cuerpo metido en un temblique por no saber quiénes serán los siguientes. Para colmo, la pérdida de facturación publicitaria ha obligado a muchas empresas informativas a ajustar al miedo ambiente reinante (es correcta la palabra miedo) su línea editorial y sus sensibilidades, lo que automáticamente influye en la credibilidad y en esas encuestas tan desmoralizadoras. No habría de servirnos de consuelo, sin embargo, que junto a los periodistas sean los jueces los que forman el otro gremio que decepciona a los españoles, lo que tiene menos explicación desde el punto de vista del paro y de la situación económica, o al menos nosotros no se la encontramos. Porque buenos jueces bregando para salvar a la gente de despidos injustos o de desahucios y de abusivas condiciones bancarias los hay a porrillo. Del mismo modo que hay periodistas comprometidos permanentemente e informando contra los abusos de los poderes (los democráticos y los ocultos) en riguroso cumplimiento de su obligación. De jueces y periodistas van estas historias de hoy. Porque estamos asistiendo a algunas resoluciones judiciales que parecen dictadas al calor de la involución generalizada que sufre toda Europa, y más acentuadamente España. Los recortes, efectivamente, también están tocando a la puerta de los periodistas. Y poniéndolos muy nerviosos.
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