El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Y le llaman el mudito
Se pueden extraer muchas lecturas nacionales al congreso extraordinario del PSOE celebrado este fin de semana en Madrid. Incluso sostener, como ha dicho el sector más estreñido de la izquierda española, que lo que de allí salió es más de lo mismo. No lo parece, pero el tiempo les irá dando o quitando la razón los que se han empeñado en despeñar al PSOE antes de tiempo. Pedro Sánchez, aún por descubrir en su integridad, apunta muy marcadas cualidades que, en algunos aspectos, rompen con el pasado más reciente del partido: es un buen mitinero, virtud que parece baladí, pero que le pregunten a los líderes emergentes; llama a las cosas por su nombre, sin eufemismos ni retruécanos, lo mismo la corrupción que el terrorismo machista; no parece tener miedo, ni siquiera para reivindicar la tarea de sus antecesores, incluidos Zapatero y Felipe González, y se quiere atrever con todo. Evidentemente, no ha contentado ni siquiera a la totalidad de los suyos, lo que explica automáticamente que no convenciera este fin de semana a todos los españoles y hace presagiar que no lo consiga seguramente en un futuro cercano. Pero lo que no puede negársele desde este domingo al PSOE es que ha recuperado pulso tras años con respiración artificial, lo que probablemente se empiece a notar en las próximas encuestas. ¿Y el PSOE canario? Mejora, dentro de la gravedad. Pero no se crean que es endémico del PSC la ausencia de unanimidad a la hora de hacer balance de este y todos los congresos federales que han sido. Cada uno cuenta la fiesta según le ha ido en ella. Los más acérrimos seguidores del secretario general, José Miguel Pérez, tienen motivos de sobra para estar eufóricos. Los derrotados en las primarias, llámense madinistas o tapistas, motivos para la insatisfacción, y los que pretendían encontrar en ese congreso de proclamación de Pedro Sánchez la solución a todas sus ansias, la frustración más absoluta. Vayamos por partes.
El mejor consejero en décadas
La historia reciente de la Comunidad Autónoma de Canarias situaba al profesor Luis Balbuena Castellano como el mejor consejero de Educación desde que hay Consejería de Educación. Socialista bajo el primer Gobierno de Jerónimo Saavedra (1983-1987), este moyense se desempeñó con determinación a la tarea de extender la educación pública en una región abandonada de la mano de dios, con graves carencias de escuelas y de institutos. Partía por tanto casi de cero, y su trabajo se notó prácticamente enseguida porque a su favor remaba no solo un Gobierno socialista en Canarias sino otro, de Felipe González, en Madrid. José Miguel Pérez, actual consejero del mismo ramo, no tuvo la misma suerte que Balbuena. Cogió la educación pública de Canarias nuevamente en la UVI, con muchas infraestructuras (aún no todas las necesarias), pero con una absoluta ausencia de diálogo en la comunidad educativa, con un descreimiento generalizado en el sistema, y lo que seguramente es peor, con un Gobierno en el Estado con declaradas intenciones de desmontarlo y volver a la época de la desigualdad de oportunidades. Pérez, bueno es que alguien se lo reconozca de vez en cuando, ha conseguido minimizar los graves defectos de los recortes de Rajoy y Wert, ha recuperado el diálogo con los agentes educativos, ha invertido en nuevas infraestructuras, ha sido punta de lanza de muchas políticas progresistas imitadas en otras comunidades autónomas… En definitiva, ha regresado al espíritu de Balbuena en los 80, lo que le ha valido los elogios de todo el mundo, excepto, naturalmente, del PP, que hasta feo estaría. Por eso y porque en él ha creído nada menos que la todopoderosa Susana Díaz, lideresa del PSOE andaluz y español, que conoce la labor de Pérez en la educación canaria, Pedro Sánchez lo ha hecho secretario ejecutivo de Educación en su nueva Ejecutiva Federal. No es frecuente que los partidos políticos designen a los mejores en cada puesto. En este caso, si Pérez no fuera el mejor, estaría en la terna de los mejores.
Distintos grados de insatisfacción
Pero, curiosamente, o no tan curiosamente, no hay unanimidad en el PSOE canario a la hora de valorar las cualidades que han llevado a su secretario general a ocupar plaza en el núcleo duro del Gobierno paralelo que ha formado Pedro Sánchez en el recién reinaugurado PSOE. Las miserias que abundan en todas las organizaciones humanas no han sido ajenas a lo ocurrido en este congreso federal, del que probablemente no haya regresado a su territorio una sola federación con plena satisfacción por lo obtenido. En el caso canario, hubo tensiones entre los delegados isleños la tarde-noche del sábado tras conocerse la designación de José Miguel Pérez. No por envidia cochina o por atribución de deméritos, sino porque se desvaneció de inmediato la esperanza que algunos abrazaron fugazmente de que con ese ascenso orgánico, el secretario general del PSOE canario abandonaría ese puesto. Hubo desazón en los sectores más críticos con su gestión orgánica, tanto en los que le mantienen la máxima lealtad como entre los que desearían que lo atropellara un camión cargado con bombonas de gas. Entre los primeros cabe señalar a la gente de Bases2020, que vienen reclamando desde hace tiempo una renovación total en el partido, a lo que desde luego no ha contribuido Pedro Sánchez fortaleciendo del modo que lo ha hecho al que pasa a ser su hombre fuerte en Canarias. La inclusión in extremis como vocal, con la Ejecutiva ya estirada como un chicle, de Javier Abreu, calmó a ese sector, que sin embargo continuará en su empeño por remover algunos lastres que a día de hoy siguen acompañando a Pérez en la dirección regional.
Los más cabreados
Menos satisfechos, o mejor dicho, absolutamente insatisfechos, regresaron de Madrid los delegados que querían la cabeza de José Miguel Pérez en una bandeja, y les da igual el metal. Medio Tenerife, más de media La Palma y casi todo El Hierro llevan tiempo pidiéndola por todas las esquinas, y como se puede apreciar, con un escaso o nulo éxito. Los motivos tienen más que ver con el deseo de toda esa facción de pactar con el PP en vez de con CC que con la contrastada incapacidad de Pérez para dotarse de una guardia pretoriana que haya sabido gobernar el partido con mano de hierro en guante de terciopelo. La Palma llegó a amagar con rajarse del congreso porque de repente vio cómo se frustraba su deseo de que la nueva Ejecutiva Federal desande el camino de la anterior y amnistíe a los seis consejeros expulsados por pactar con el PP en el Cabildo. Quisieron dar por falsa la certeza de que antes de nombrar a Pérez, Pedro Sánchez ya había dicho a quien le preguntara que las indisciplinas tampoco las piensa permitir en la organización que ahora dirige. Ni siquiera la entrada en la dirección federal de Javier Abreu, más dado al diálogo que al palo y tentetieso, garantiza en absoluto una reconducción de ese expediente, porque para el primer teniente de alcalde de La Laguna, diálogo no significa relajo, como acredita su trayectoria orgánica.
Los que van a moverse ahora
José Miguel Pérez va a tener que multiplicarse para atender sus tareas en el Gobierno de Canarias, al frente de la Ejecutiva Regional y en su nuevo cometido. Ya antes de ser formalmente secretario de Educación tenía en el hotel Auditorio de Madrid a representantes de los tres sindicatos mayoritarios del sector en España con la intención de reunirse con él. Los remitió a esta semana que ahora comienza. En la Consejería de Educación tiene un buen equipo capaz de suplirle en casi todo, con Manuela de Armas a la cabeza. No podemos decir lo mismo de la Ejecutiva Regional, donde habrá de emplearse a fondo para encontrar un núcleo duro que no lo apuñale por la espalda este mismo lunes, cuando esté en la primera reunión de la Ejecutiva Federal. Los movimientos ya han empezado porque entre los que no se ven representados en el nuevo PSOE de Pedro Sánchez y los que nunca desearon estarlo para reposicionarse ahora aquí, lo que vamos a presenciar en el PSC va a ser de tararí y no echar gota. Hoy no vamos a dar nombres, pero piensen en esa pléyade de viejos dirigentes que se niegan a apartarse, que siempre han vivido exclusivamente de la política y que ahora ven una interesante oportunidad para intentar un nuevo asalto. Recuerden que José Miguel Pérez llegó a principios de esta década (2003), como caído en paracaídas, para dirigir primero el partido en Gran Canaria sin que casi nadie diera un euro por él, y ser candidato al Cabildo, donde chupó oposición con Soria hasta lograr desbancarlo en 2007. Tras ganar primarias y congresos, ahora dirige el partido en la región y ya se le incluye en las listas de ministrables. No está mal para alguien al que llaman el mudito.
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