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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Los técnicos, cuando interesan

Inés Rojas y Larry Álvarez durante la reunión del Consejo de Patrimonio Histórico de Canarias. Efe.

Dijo Paulino Rivero días antes de que se reuniera la Ponencia Técnica de Patrimonio de Canarias que el Gobierno estaría a lo que dijeran los técnicos en lo que tuviera que ver con el BIC del Oasis de Maspalomas. Seguramente ya sabía cuál iba a ser el sentido del voto de los cuatro que finalmente pudieron votar en esa ágora de notables, exclusivamente tinerfeña, contraria a la tesis contagiosa de que Colón jamás estuvo en Gran Canaria. Todo parecía perdido desde aquel día hasta que otro puñado de técnicos, vaya por Dios, dio la vuelta a la tortilla. Porque el BIC del Oasis de Maspalomas, avisado lector, lo han ganado a pulso los científicos y los técnicos, que han batido a algunos de sus más incrédulos colegas y a una pléyade de políticos absolutamente entregados –con escasas y honrosísimas excepciones- a una idea fija: a Riu no se le puede ni toser en Canarias, que para eso es una cadena mallorquina y aquí seguimos arrodillándonos ante Colón y ante los que vinieron detrás. Mira tú qué paradoja. Siguiendo el mantra de que en casos de controversia se hace lo que digan los técnicos, nos encontramos con que el Consejo del Patrimonio Artístico de Canarias aprobó por ocho votos a siete el BIC del Oasis de Maspalomas tal cual lo presentó el Cabildo de Gran Canaria. De los ocho votos, cinco pertenecen a técnicos o científicos, es decir, a miembros de ese órgano que no ocupan ninguna plaza política. Estos técnicos y/o científicos fueron los representantes de las dos Universidades canarias; los representantes de las dos demarcaciones del Colegio de Arquitectos de Canarias, y el representante de la Academia Canaria de Bellas Artes. Suficiente representación técnica para que cualquier político temeroso del tipo penal de la prevaricación y reverenciador de los expertos se convenza de que la Ponencia Técnica fue un auténtico paripé, una tomadura de pelo que habría que revisar por si a) fuera necesario ponerla en manos del juzgado de guardia, o b) cambiar su composición y funcionamiento.

Rojas duda de Colón

Pero lo más llamativo de la aprobación del BIC de Maspalomas es que se produjo en un órgano político gracias al respaldo mayoritario de los técnicos. Porque, ya sabemos lo que hicieron los técnicos, pero ¿qué fue exactamente lo que hicieron los políticos? Pues contradecir los principios del presidente del Gobierno de Canarias, que dijo que haría lo que dijeran “los técnicos”. Si de los ocho votos a favor obtenidos por el BIC del Oasis, cinco fueron de técnicos, de todos la mayoría de los técnicos presentes, ¿por qué los demás políticos, mayormente representantes del Gobierno y de los partidos que le apoyan, no se inclinaron de inmediato por las posturas científicas huyendo, en consecuencia, de consignas de la superioridad o de ganas de joder la pavana? La respuesta la proporcionó al término de la acalorada y maratoniana sesión la consejera de Cultura, Inés Rojas: es que no estamos muy seguros de que Colón pasara por Maspalomas. ¿Perdón? ¿Ese es el motivo? Cualquiera que se haya molestado lo más mínimo en estudiar lo que han dicho los científicos al respecto para no hacer el ridículo y defender lo indefendible, puede concluir que, efectivamente, el descubridor hizo al menos una parada en su cuarto viaje a las Américas en los alrededores del Oasis, donde se avitualló de agua y de leña. Se puede, por supuesto, discrepar de la importancia de esa escala, o criticar que un Cabildo se agarre a esa circunstancia para tratar de proteger un enclave que tiene más valores naturales que históricos. Pero, señora consejera, ponerse a discutir a estas alturas lo que dicen unos expertos en historia no parece que le toque con todos los problemas que tiene entre manos. Si se tiene una consigna y la consigna es que hay que tumbarle al Cabildo de Gran Canaria cualquier iniciativa política que pueda resultarle rentable a su presidente, el único del PP al frente de una isla, pues se es valiente y se dice. Pero andar con pendejadas de este tipo para tapar unas vergüenzas propias, ajenas o diferidas no engrandece desde luego a la actividad política, ten devaluada últimamente.

El voto político

Tras analizar el voto de los técnicos (obviamos a los que estaban en el consejo a propuesta del Gobierno), veamos qué hicieron los políticos. En nombre del Cabildo de Gran Canaria estaba Larry Álvarez, que por su puesto votó a favor de la propuesta, que defendió de modo apasionado, como no podía ser de otra manera. Tan sólo un cabildo más, el de El Hierro, se adhirió a la propuesta de Gran Canaria, pero hubo dos que echaron una mano impagable: los de Tenerife y La Gomera. Desconocemos los motivos por los que estos dos cabildos se agacharon para impedir el ridículo. Pero en ambos casos estamos ante desplantes de las fuerzas mayoritarias que los gobiernan a los dirigentes de esas mismas fuerzas mayoritarias. En el caso de Tenerife, la abstención es un toque de atención a Paulino Rivero, empeñado en poner la proa al Oasis de Maspalomas en medio de una batalla interna en la que no tiene desde luego todas las simpatías de los nacionalistas en esa corporación; y en el caso de La Gomera, un cariñoso toque de atención de Casimiro Curbelo a José Miguel Pérez por las repetidas discrepancias que ambos han puesto de manifiesto estos últimos meses en la dirección regional del PSOE. Las mismas y abiertas discrepancias que llevaron a El Hierro y a La Palma a apoyar a Gran Canaria en su defensa del Oasis de Maspalomas. Pero, ¿acaso el PSOE está en contra de proteger ese enclave natural y cursó instrucciones en tal sentido a todos sus representantes en el Consejo de Patrimonio Histórico? Desde luego no parece que fuera así, pero ha habido una instrucción tácita por cómo se han mostrado públicamente los dirigentes socialistas canarios en esta cuestión. Tibieza no, lo inmediatamente anterior: frío polar. Al PSOE canario le ha importado exactamente una higa el futuro del Oasis de Maspalomas por considerar que a) Bravo de Laguna, presidente del Cabildo, lo ha gestionado fatal, y b) es una guerra entre empresas. El resultado final es que, salvo corrección in extremis, el PSOE canario ha quedado retratado, o mejor dicho, fuera de la foto de quienes se han embarcado en la salvación de ese enclave: Cabildo de Gran Canaria, colectivos ecologistas, universidades canarias, colegios de arquitectos, Casa de Colón, El Museo Canario… y una buena parte de la sociedad, incluido el oráculo del urbanismo y del medio ambiente del PSOE canario, Carmelo Padrón, uno de los más acérrimos defensores de la preservación y el uso público de ese sitio.

El papelón del PSOE

Debemos descartar porque si no, no estaríamos entre catedráticos, que la animadversión de José Miguel Pérez al BIC del Oasis de Maspalomas tenga que ver con sus históricas diferencias de cátedra con el también historiador Manuel Lobo. Y como lo descartamos, no insistimos. Pero, desde luego, llama mucho la atención el tiro en el pie que el PSOE se ha pegado en esta cuestión. En la reunión de este jueves había al menos dos representantes socialistas, y ninguno de perfil bajo. Estaba el presidente del Cabildo de La Gomera, que como hemos dicho se abstuvo, y estaba el alcalde de Arucas, Ángel Víctor Torres, que acudía en representación de la Federación Canaria de Municipios, la Fecam. Hay condiciones políticas y personales que son inseparables, indisolubles, infranqueables e intransferibles. Si eres alcalde de Arucas probablemente solo tengas mando en esa plaza. Pero si además eres secretario general del PSOE de Gran Canaria, la cosa se agranda para lo bueno y para lo malo, porque no puedes entrar en un sitio y dejar aparcado ese cargo en la puerta antes de cada reunión política. En el caso de Ángel Víctor Torres, todavía es peor porque tiene la voluntad de ser el próximo candidato socialista a presidir el Cabildo de Gran Canaria. ¿Puede presentarse a unas primarias ante sus militantes un político capaz de quitarse el mono de secretario general del PSOE cuando entra en una reunión política? Pero, a mayor abundamiento, ¿puede presentarse ante sus militantes para ser el presidente del Cabildo de Gran Canaria alguien que un día votó en contra de la protección del Oasis de Maspalomas? No. No hay duda. Ángel Víctor Torres podía haber estado allí en nombre y representación de la Fecam, pero nunca comulgando con piedras de molino porque no es ni militar ni guardia civil, y no se responde a la obediencia jerárquica debida. Si no quería pasar ese trago, debió haberse quedado en su casa, como hizo el alcalde de Santa María de Guía, también comisionado en ese consejo de Patrimonio por la Fecam, que siendo como es dirigente de Coalición Canaria, prefirió no tener que pasar el bochorno de votar en contra de sus convicciones. O como hizo el representante de Fuerteventura, que no quiso enfrentarse a la contradicción que muchos de los presentes abrazaron sin más: apoyándose en los ecologistas para frenar las prospecciones y enfrentándose a ellos en la protección del Oasis. Por eso, el presidente del Cabildo de Lanzarote tendrá un problema si el Gobierno canario no saca adelante el BIC. Lo sabremos en menos de quince días.

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