El famoso Plan General de Santa Cruz de Tenerife falsificado es una más de las numerosas herencias envenenadas que deja tras de sí el alcalde Miguel Zerolo, al que todavía algunos quieren catalogar como el mejor que ha tenido la ciudad. Ese planeamiento, tumbado por la Comisión de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, la Cotmac, fue aprobado el 4 de enero de 2010 gracias a los votos de Coalición Canaria y del PP. Algunos de sus concejales, caso de Ángel Llanos, manifestaron que lo hacían “con la nariz tapada”, seguramente por el tufo que aquello despedía y aún hoy sigue despidiendo a pesar de haberse convertido en cuerpo inerte. Resultó muy curioso observar, como hizo nuestro compañero Noé Ramón, por entonces en La Opinión de Tenerife, cómo el PP trató de escabullirse de su conchabo con Zerolo asegurando en primera instancia que cada concejal tuvo libertad de voto cuando, como se descubrió después, todos ellos recibieron una amable carta del secretario general insular, Manuel Domínguez, hoy presidente del partido en la Isla, dejándoles muy clarito que no sólo había que votar a favor, sino que no valía la socorrida táctica de alegar indisposición repentina para no constituirse en el salón de plenos. Hasta la mismísima Cristina Tavío, que se desgañitó por emisoras y televisiones proclamando su transparencia, participó activamente en el aseguramiento del voto de su partido a aquel documento tan gafado. Y por si queda alguna duda de lo a gustito que siempre ha estado el PP en estos fangos, es preciso recordar que la concejala de Urbanismo del momento era Luz Reverón, entonces en las filas de Coalición Canaria, y en la actualidad flamante afiliada al PP con destino en La Gomera en calidad de directora insular de la Administración del Estado. ¿Alguien da más?