Que no, que no se va a romper el pacto de Gobierno entre Coalición Canaria y el PSOE por lo que ha ocurrido y está por ocurrir en Tacoronte. No está en los papeles que firmaron los negociadores, según han asegurado dos de ellos. Ni está Paulino Rivero para someter su Gobierno a la inestabilidad con la que está cayendo y con Soria atizando con el meridiano de Grinich. Será otra ocasión perdida para los más críticos del PSOE y los más críticos de CC; los primeros, los contrarios a pactar con los nacionalistas, tendrán que esperar un poco más, como tendrán que esperar los segundos, partidarios de cortar a Paulino Rivero el acceso a un tercer mandato. El PSOE regional parece absolutamente dispuesto a abortar la moción de censura, o al menos a demostrar públicamente que no va a reír la gracia a los cinco concejales que la han firmado y la votarán llegado el pleno reglamentario. Los expulsará este mismo viernes a una hora nada torera, las once de la mañana, si a las diez no ha recibido muestras indubitadas de que han retirado la moción y se han recluido en una nueva travesía en el desierto a la espera de una nueva oportunidad. La expulsión poco tiene que ver con evitarle malos trances a Rivero en su pulso con Fernando Clavijo y compañía, aunque también pesa en el ánimo de José Miguel Pérez no enturbiar más de lo debido el cargado ambiente. Lo que pesa en esta decisión es la isla de La Palma, donde la inmensa mayoría del PSOE quiere plantearle una moción de censura a la presidenta del Cabildo, Guadalupe González Taño, en lógica traslación de los pactos alcanzados en 2011 en diez municipios de la isla. Si la Ejecutiva Federal no expulsa a los cinco rebeldes de Tacoronte a la Ejecutiva Regional no le quedará un solo argumento para prohibir la censura en el Cabildo palmero. Y las cosas se pondrían muy difíciles en Tenerife, donde la Ejecutiva insular ha demostrado su connivencia con los rebeldes tanto por acción como por omisión. Parece lógico si se tiene en cuenta que el presidente insular pactó con el PP en Güímar hasta que lo despacharon y el secretario de Política Municipal es el alcalde de Granadilla en un pacto con los conservadores.