Se nos había pasado este fin de semana comentarles con detenimiento lo escuchado en el aeropuerto de Gran Canaria hace unos días, coincidiendo con la presentación de un nuevo avión de la compañía Naysa. Un nuevo aparato que se destinará a reforzar los servicios que esa empresa presta en coordinación con Binter, particularmente en las líneas de baja densidad, que han de ser cubiertas por aeronaves de unas determinadas características y dimensiones. Miguel Ramón, director de Naysa, aportó unos datos verdaderamente reveladores de lo que cuesta volar en Canarias, como por ejemplo que las etapas medias de una línea regional en Península o Europa rondan los 50 minutos, mientras aquí se sitúan en 30. Eso eleva los costes de mantenimiento en un 60%. Se quejan los operadores aéreos de que entre la opinión pública no se entienda el incremento de tarifas del pasado mes de agosto, “cuando la tarifa máxima de las obligaciones de servicio público no aumentaba desde 1998”. En este escenario nos llaman la atención dos cosas, que Binter siga poniendo en marcha acciones, como la que anunció este lunes de importantes descuentos y, especialmente, que un amplio sector de Coalición Canaria esté haciendo un titánico esfuerzo para hacer un hueco a Islas Airways, en la que también hay socios de ATI. Si hay líneas de débil densidad, inversiones multimillonarias para nuevos aparatos, subidas de tarifa ineludibles, ¿caben más compañías? Pepe Segura, del PSC, dice que sí, y además, según reclamó, “que le den todas las subvenciones que pida Islas Airways”. Lo dijo con rabia, no se vayan a creer.