La primera granja de pulpos del mundo en Canarias se topa con entidades animalistas

Cumplir el ciclo de vida de los pulpos en la acuicultura ha llevado décadas de investigación. A principios del siglo XXI, se lograba completar su desarrollo y reproducción en cautividad en laboratorios, pero muy pocos llegaban a la edad adulta. Hasta 2018, cuando un grupo de investigación del Instituto Español de Oceanografía dio con la clave. Consiguió establecer un protocolo para mejorar el cultivo larvario que parece viable a nivel industrial. Nueva Pescanova se hizo con la patente y en julio del año pasado solicitó formalmente crear la primera granja de pulpos para uso comercial en el Puerto de La Luz y de Las Palmas. La empresa ha defendido que generará 300 empleos y ha contado con el respaldo de la Autoridad Portuaria o del Cabildo de Gran Canaria. Sin embargo, hasta 60 organizaciones animalistas de ámbito local, nacional y mundial han alzado la voz para protestar contra lo que consideran “una aberración”. 

El pasado 5 de febrero, poco más de una decena de personas se concentraron frente al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en una protesta a la que se adhirieron organizaciones como PETA o Party for the Animals. Iris Sánchez, portavoz del partido animalista Pacma en la provincia de Las Palmas, defiende que los pulpos “son animales sintientes, inteligentes, muy creativos y solitarios” y se les va a “condenar a vivir en un espacio reducido y limitado junto a otros individuos, con todos los daños psicológicos y físicos que les puede ocasionar”. Sánchez dice que se basa en un informe de la bióloga Elena Lara, responsable de la organización internacional Compassion in World Farming, para defender su posicionamiento.

En este documento, titulado Cría intensiva de pulpos: una receta para el desastre (8 de octubre de 2021), Lara indica que la cría intensiva supone “un sufrimiento incalculable” para los pulpos, una especie que considera “especialmente inadecuada” para la acuicultura. Entre otras razones, expone que estos animales no tienen esqueleto y su piel es muy frágil, lo que a juicio de la bióloga puede aumentar “su dolor o sufrimiento”, bien por el contacto con manipuladores, las interacciones con otros pulpos o al chocar con los límites de la jaula o tanque. También recuerda que no existe legislación específica para proteger su bienestar en las granjas. Y, además, al ser carnívoros, afectará también a las especies que se usen para su engorde.

Desde otros ámbitos también se ha puesto en cuestión la cría en cautividad de los pulpos. Destaca el informe Review of the Evidence of Sentience in Cephalopod Molluscs and Decapod Crustaceans, publicado en noviembre de 2021 por la London School of Economics, en el que se concluye que existen evidencias de sintiencia en los pulpos y que su bienestar es incompatible con la acuicultura, sugiriendo incluso que el Reino Unido no importe ejemplares procedentes de la cría en cautividad. Revistas académicas como Issues in Science and Technology o Animal Sentience, han publicado artículos de especialistas en los que exponen una postura contraria de la cría en cautividad de pulpos por razones éticas y ambientales. El rechazo se ha escenificado con recogidas de firmas en Change.org o en la web de la organización internacional En Defensa de los Animales.

Fruto de los fondos públicos estatales y de la Unión Europea en investigación y desarrollo para acuicultura en España, equipos de Canarias y Vigo del Instituto Oceanográfico Español consiguieron desarrollar un protocolo para mejorar el cultivo larvario de los pulpos. Eduardo Almansa, investigador del IEO que formó parte del proyecto, aclara que la investigación sobre la cría en cautividad de este cefalópodo “lleva más de 20 años” y contaba con numerosos trabajos al respecto de diferentes entidades y grupos, tanto de ámbito nacional como mundial. “Nos hemos apoyado en trabajos previos de otros investigadores, como cualquier avance científico; han sido muchos años de trabajo, muchos proyectos y muchos grupos de investigación. Nosotros hemos sintetizado, integrado y hecho unos avances que han permitido cerrar todo esto”, señala.

El principal reto al que se enfrentaban los investigadores era “que la larva tenía una mortalidad masiva” y “no pasaba de los 30 o 40 días de edad”, explica Almansa. Las causas eran principalmente alimenticias, pues no se conseguía dar con una dieta adecuada; pero también de hábitat, ya que tampoco se lograban establecer las condiciones ambientales, de luz o de temperatura de agua necesarias. Además, la investigación en este campo contaba con otro hándicap: “Las técnicas en la acuicultura están enfocadas para las larvas de peces, pero los pulpos son cefalópodos y casi no existían datos previos; adaptar lo existente ha requerido mucho trabajo”, recuerda Almansa. 

En este sentido, el investigador traza una analogía con lo sucedido en la acuicultura de peces de agua salada. “Lo primero que se cultivó fueron peces de agua dulce, porque su larva era de mayor tamaño y tenía menos requerimientos, era más fácil; después, cuando se intentaron cultivar lubinas, doradas o rodaballo, hubo bastantes problemas porque las larvas eran más pequeñas. Ya no nos acordamos, pero los requerimientos también eran muy distintos. Necesitábamos ácidos grasos omega 3, que ahora son muy conocidos, y hasta que no se dio con esa clave, costó mucho”.

“Y con los cefalópodos no encontramos con una situación similar a la del inicio de la acuicultura con los peces de agua salada”, ilustra Almansa. Dar con una dieta que aumentara la supervivencia de larvas muy pequeñas como tienen los pulpos se logró con las larvas de centolla, pero “no era económicamente rentable”. Entonces, rompieron el principal cuello de botella usando algas y larvas de cangrejo o camarones pequeños. Almansa matiza que esta investigación se limita al desarrollo larvario, “para todo el desarrollo posterior hasta cumplir el ciclo vital han intervenido otros grupos”.

El proyecto de Nueva Pescanova fue publicado en el Boletín Oficial del Estado el 2 de julio de 2021, en el que se anunciaba la solicitud de la entidad a la Autoridad Portuaria de Las Palmas para la concesión de dominio público. En concreto, pedía los permisos para ocupar una superficie de 52.691 metros cuadrados de superficie, 713 m2 de subsuelo y 517 m2 de espacios sumergidos para instalar “una granja de cultivos marinos”, situada en el muelle Nelson Mandela, en la zona de servicios. Para llevar a cabo el proyecto, Nueva Pescanova invertirá 65 millones de euros, generará unos 300 empleos, entre directos e indirectos, y producirá unas 3.000 toneladas al año, que se destinará a la exportación.

El primer anuncio público de esta iniciativa lo hizo Luis Ibarra, presidente del Autoridad Portuaria de Las Palmas, en la Feria Internacional del Mar de 2021. Los contactos entre Nueva Pescanova y la entidad empezaron “en abril del año pasado”, según señala Ibarra, quien recuerda que fue la Sociedad de Promoción Económica de Gran Canaria (SPEGC) quien los puso en contacto. “Fue una gestión de última hora”, porque la empresa ya tenía prácticamente cerrada su localización en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife. La mejor ubicación de la parcela en la capital grancanaria decantó a Nueva Pescanova por cambiar de idea.

Ibarra destaca que si la granja de pulpos genera 300 empleos, sería “la actividad que concentraría el mayor número de puestos de trabajo en el puerto, con diferencia”. Para la Autoridad Portuaria, esta iniciativa supone “una actividad adicional que diversifica la economía canaria y que implementa una estrategia de un nuevo nicho de mercado; todo lo que sea el posicionamiento del Puerto y la diversificación de la economía siempre lo vemos en positivo”. Sobre el rechazo al proyecto, Ibarra dice que respeta todas las críticas, pero “si tienen los permisos medioambientales oportunos y los informes favorables, nosotros no tenemos nada que decir”. El proyecto está pendiente del informe de impacto ambiental de la dirección general de Transición Ecológica y Lucha Contra el Cambio Climático y de los permisos de la Dirección General de Pesca.

La iniciativa también trata de responder a la demanda de pulpo mundial. El último informe anual de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2019), engloba las capturas totales por grupos de especie e incluye junto al pulpo a los calamares y las jibias, que ascendieron a 3.735.781 toneladas. Y la FAO (siglas en inglés de la organización de la ONU), estima el valor de este grupo en 10.236 millones de dólares en 2019, aumentando respecto al de 2013, cuando lo situaba en 7.914 millones. 

Sin embargo, las coyunturas internacionales han provocado que los suministros de cefalópodos, en particular de pulpo, se vuelvan cada vez más escasos en los últimos años a medida que ha disminuido la productividad de importantes pesquerías de pulpo, señala la FAO, un motivo más que lleva a su cría en cautividad para responder a la demanda de un animal que puede realizar puestas de hasta 500.000 huevos y tiene un ciclo de vida corto, de entre 1 y 2 años.

La acuicultura en Canarias

El director general de Pesca en Canarias, Carmelo Dorta, dice que la granja de pulpos supone “una oportunidad” y “un hito importante desde el punto de vista de negocio o de transferencia de ese conocimiento, que se empiece a cultivar pulpo de forma comercial por primera vez en Canarias”. Sin embargo, matiza que no compete al Gobierno canario dejarse llevar “por impresiones”, sino “cumplir con la normativa” y, en principio, “el tramite se ha seguido correctamente y va cumpliendo con todas las incidencias que tiene una actividad de este tipo”.

Dorta recuerda que la instalación de una actividad acuícola depende de la autorización de la Dirección General de Pesca, pero también intervienen otras administraciones, “son muchísimas”, añade. El Estado, para obtener la concesión de dominio público, Transición Ecológica, para el impacto medioambiental, pero también pueden participar ayuntamientos o cabildos en función de su ordenación del territorio. “En Lanzarote, por ejemplo, ha intervenido Aena al estar cerca del aeropuerto”, recuerda Dorta.

El director general de Pesca destaca que la acuicultura es una actividad “muy controlada en Canarias”, porque debe cumplir con numerosos criterios muy fiscalizados. “Hay pocas actividades en el mar que estén tan controladas y tengan que cumplir tantos requisitos, desde medioambientales, como de la actividad a concesiones”. En el Archipiélago, según el mapa cartográfico de Grafcan, existen 16 concesiones acuciosas vigentes hasta 2018, últimos datos actualizados: cinco en Gran Canaria, cuatro en Tenerife, una en La Palma y otra en Lanzarote. 

Entre todas, han producido en las Islas unas 6.674 toneladas en 2021, aunque en los tres años anteriores se ha mantenido sobre las 7.000 toneladas. Está casi a la par que la pesca, que el año pasado produjo 8,6 millones de kilos, pero de 2018 a 2020 asciende a entre 11,9 y 10,3 millones de kilos. Dorta explica que el bajón en la producción en 2021 se ha debido a la situación generada por el coronavirus y aclara que en Canarias hay unas cuatro empresas dedicadas a esta actividad. Y solo se cultiva dorada y lubina. “Se intentó con el atún y también con una especie de langostinos, pero no tuvo continuidad”. En cuanto a su alimentación, Dorta señala que “al principio era con pienso de origen animal”, pero cada vez se usa más pienso de origen vegetal. “Y el índice de conversión (los kilos necesarios para que una especie engorde un kilo) ha bajado de 5 o 6 a 1,3; las técnicas han mejorado mucho”.

La regulación y el planeamiento de la acuicultura está recogida en el Plan Regional de Ordenación de la Acuicultura (PROAC), un documento que data de 2018 y que ha tardado más de una década en elaborarse. En este texto se fija el listado de especies que se pueden cultivar o la delimitación de las zonas: establece que se puede desarrollar la actividad en el 10% del litoral y con un límite de producción de 37.118 toneladas anuales. Dorta explica que su elaboración o su modificación “no es fácil”, porque requiere “una serie de criterios muy estrictos; el ciclo debe ser idóneo para la actividad acuícola; que se cumplan requisitos medioambientales muy controlados; que esté en lugar relativamente cerca de puertos para permitir que la actividad sea más viable. Y los sitios que hay en Canarias son los que son, no hay más. No tenemos plataformas grandes o extensas para tener muchas zonas donde poder implantar la acuicultura”.

El lento desarrollo del PROAC fue uno de los factores que impidió la instalación en Canarias del primer criadero de pepino de mar en Europa, un producto muy apreciado en el mercado chino. Antonio Pérez, de la empresa Guatizamar S.L. relató a este medio que tuvo la idea de introducir la cría de esta especie en salinas de Lanzarote en 2018. El Cabildo de la isla conejera no llegó a apostar por esta iniciativa y cuando se aprobó el PROAC ni siquiera se incluyó esta especie ni se permitía la acuicultura en salinas. Y Pérez se llevó el proyecto a Andalucía. 

“En la lista de especies está incluido ya el pepino de mar, nosotros hicimos nuestro trabajo”, señala el director general de Pesca, quien considera que el problema del pepino de mar en Canarias “es el espacio físico” y, también, “que las administraciones también deben creerse este tipo de actividad”, pues “a veces prefieren destinar el espacio físico necesario a otras actividades, como el turismo”.

El PROAC también ha suscitado críticas del Instituto Universitario EcoAqua de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, cuyo subdirector Ricardo Haroun dijo que el texto estaba “desafasado” cuando se aprobó. Entre otras razones, expuso que se deberían incluir zonas más alejadas de la costa o la creación de una red trófica en cada espacio dedicado a la actividad, para reducir su impacto en el ecosistema. El investigador recordaba que los excrementos de las especies pueden servir de alimento a otras especies como algas y mejillones. 

Al respecto, Dorta explica que la acuicultura denominada offshore, es decir, más alejada de la costa “es demasiado cara” porque la profundidad es mucho mayor. “No es lo mismo un estudio a 80 metros de profundidad que a mil metros, son muy complejos y llevarían bastante tiempo”, añade, pues para poder establecer esta actividad, se debe incluir “un estudio de todo lo que hay en el fondo, de manera general y en detalle”. Además, debe convivir con otros actores, como la pesca o los molinos eólicos. Y en tierra, “hoy por hoy, no es muy viable en Canarias al margen de proyectos como la granja de pulpos, porque requiere infraestructuras y especies que no se comercializan en las Islas”. 

En cualquier caso, el director general de Pesca indica que la acuicultura en Canarias es una actividad que ya “es significativa” e, incluso, la sitúa como una de las autonomías con mayor producción de España. Y el potencial es alto: “Se puede crecer, producir muchísimo más, podemos doblar el nivel actual e incluso triplicarlo”. Además, añade que, aunque se esté en contra o a favor de la acuicultura, “es una apuesta muy fuerte de la Unión Europea”, que ya ha añadido una línea específica en el Fondo Europeo Marítimo, equiparándolo a la pesca. 

Al respecto, Almansa señala que en España la investigación respecto a la acuicultura “es bastante madura” y puede considerarse referente mundial. Recuerda que “más de la mitad de las especies marinas que se consumen en el ámbito mundial ya provienen de la cría en cautividad”, y es una actividad que trata de responder a la demanda que no puede cubrir la pesca. Ahora, la tendencia es “desarrollar técnicas sostenibles, que aseguren el bienestar animal, intentar que las especies sean autóctonas, reducir el consumo de harina de pescado para engorde o establecer jaulas oceánicas, que tienen menos impacto, o sistemas de recirculación en tierra, que consumen menos agua y generan menos contaminación; en general se está trabajando muchísimo en el aspecto de reducir el impacto ambiental y aumentar la sostenibilidad”.